Las principales cualidades de un buen pañal son que sea delgado, para una mayor comodidad del bebé, y, sobre todo, que cuente con una superabsorbencia; prestación que consigue que esté siempre “milagrosamente seco”. A partir de ahí, tan sólo hay que practicar una y otra vez su cambio y veremos cómo se convierte en un compañero fiel para el pequeño.
Para escoger bien lo primero es elegir el tamaño adecuado. Esto se hace no tanto según la edad del bebé, sino en función de su peso. También nos fijaremos en la cantidad de gel que incluye, lo que va a determinar su capacidad de absorción. Además, es conveniente que cuente con barreras antidesbordes. Al ponérselo, tenemos que asegurarnos de que se ajuste bien y no le cuelgue o quede abierto mientras gatea o juega, porque en ese caso se producirán indeseadas fugas.
Por último, será fundamental que comprobemos que el bebé no es alérgico a ninguna de las sustancias que lo componen. A veces los pequeños se vuelven sensibles a determinados componentes, por lo que, si se produce cualquier tipo de reacción, habrá que probar con otras marcas.
Cada vez más padres apuestan por los pañales biodegradables, que, además de mantener la piel del bebé sana, están hechos con materiales sostenibles que se reintegran en la naturaleza. Gracias a sus cubiertas internas reforzadas y a fibras de origen natural e hipoalergénicas como la celulosa o geles compuestos a base de almidón; aportan una excelente absorbencia. Incluso incorporan aceites esenciales que ayudan a cuidar mejor la delicada piel del bebé. Además, se ajustan perfectamente a su cuerpo, ofreciéndole la libertad de movimiento que necesita, pero sin fugas. En definitiva, la misma calidad y el mismo bienestar para tu pequeño que los que aportan los pañales habituales, pero con el valor añadido de que cuidan el medio ambiente.
Imagen: mujerok