En ocasiones, el aspecto infeccioso de los ganglios es tan evidente que la exploración clínica es suficiente para un diagnóstico. Pero, otras veces, la causa no aparece clara en el primer momento. Si no hay signos inquietantes en la historia de la enfermedad ni en la exploración clínica, se puede esperar, sometiendo al niño a una observación estrecha.
En algunas circunstancias, se pueden realizar algunas pruebas que ayuden a profundizar en la hipótesis infecciosa, como el hemograma (análisis que estudia las células que contiene la sangre) o la serología vírica (examen sanguíneo en relación a los virus).
Además, las pruebas de imagen especialmente la ecografía, son una importante ayuda para realizar el correcto diagnóstico. Esta técnica nos permite, además de reconocer que se trata de un ganglio (y no de otro tipo de nódulo o quiste), estudiar sus características e inclinar la sospecha diagnóstica hacia un ganglio de origen inflamatorio o de origen maligno.
Si la localización del ganglio es inquietante (por ejemplo, la región supraclavicular), sus características son preocupantes (consistencia dura, movilidad escasa, adherencia a tejidos profundos, ausencia de dolor) o hay datos de afectación del estado general, pérdida de peso, fiebre refractaria…, entonces se puede sospechar una enfermedad importante y se deben poner en marcha, sin demora, los procedimientos diagnósticos necesarios para conocer su naturaleza pronto.
Imagen: vidaysalud
¿Qué revelan los ganglios inflamados? I – ¿Qué revelan los ganglios inflamados? II