En 1978 se instauró en España la vacunación contra el virús del sarampión. Desde entonces hemos podido apreciar un descenso notable del número de infecciones. Si miramos las estadísticas de los últimos años, la incidencia (o número de casos anuales) de sarampión estaba en torno a los 30-40 casos. Pero en 2010 ya se avisó de que estaba aumentando de forma considerable, llegando a los 300 casos. Un año después, en 2011, se disparan las alarmas epidemiológicas y ya no hay dudas, ¡el sarampión ha vuelto!
Casi 3.000 casos sólo en el territorio español han preocupado y mucho a la vigilancia epidemiológica y a los pediatras. A pesar de ser una enfermedad típicamente pediátrica, ha llegado a afectar a todos los grupos de edad. Incluso, en la actualidad, se han descrito brotes dentro de centros hospitalarios.
No es cuestión de ser alarmistas. Es cierto que la incidencia del sarampión ha crecido este pasado año, pero aún así estamos por el buen camino. Las cifras de 2011 ni por asomo se acercan a las de hace 25 años.
Por tanto, la clave está en los programas de prevención de enfermedades infecciosas que han demostrado poder convertir enfermedades comunes en raras, ¡en cuestión de décadas! Pero queremos ser más perfeccionistas si cabe. Próximo objetivo: la erradicación del sarampión.
El sarampión está englobado dentro del grupo de infecciones contagiosas llamadas de declaración obligatoria. Esto significa que todos los casos aparecidos en cualquier parte del territorio español deben ser notificados. Además, se deben indicar las características individuales de edad, sexo, estado inmunitario y casos implicados.
Investigando los brotes del 2011, se han comprobado varios errores de cobertura vacunal, especialmente causados por los movimientos migratorios (niños enfermos de lugares donde la inmunización no existe y la enfermedad no es de declaración obligatoria).
Tampoco podemos olvidar a ciertos grupos de población autóctona que no siguen adecuadamente las campañas de vacunación. Muchos de ellos pertenecen a colectivos con riesgo social. Pero, también, cabe destacar aquellos que siguen ideologías naturistas, hasta el extremo de poner en peligro la salud de sus hijos.
Imagen: revistamassalud