Seguimos con el crecimiento y desarrollo de nuestros chiquitines centrándonos en los reflejos. El bebé nace con una serie de reflejos, unos movimientos involuntarios que luego van madurando. Durante el primer año de vida, presentará patrones de conducta emergentes que se basan en esta maduración de los reflejos y en la consecución de los hitos del desarrollo.
Los reflejos se clasifican en:
- Inalterables durante toda la vida: los estornudos, la tos, el pupilar (reacción de la pupila a la luz), el rotuliano (respuesta a un estímulo en la rodilla) y el de eliminación de sustancias de desecho (micción y defecación).
- Arcaicas: Babinski, el pequeño extiende los dedos del pie como en abanico cuando se le estimula la planta; Moro, el bebé extende y flexiona los brazos rápidamente al sentir que pierde la sujeción de un adulto (cuando se le suelta); Hozamiento o puntos cardinales, si excitamos las comisuras de la boca, el pequeño gira la cabeza para chupar el estímulo.
- Que reaparecen como conductas aprendidas: Marcha, si colocamos al bebé en posición vertical sostenido por las axilas y sobre una superficie dura efectuará un movimiento similar a la marcha; Subida de escalón, sosteniendo al bebé por las axilas, si estimulamos su empeine con una superficie dura y fría, efectuará un movimiento como de subida de escalón. Reptación, se produce cuando ponemos al bebé tendido boca abajo con una superficie dura y horizontal.
- Natación: si introducimos al bebé en un medio acuático, vemos cómo realiza un movimiento rítmico y coordinado, semejante al que se hace al nadar.
- Que se transforman en conductas voluntarias: succión y prensión que consiste en que si estimulamos la palma del bebé con un objeto cerrará la mano. Por el contrario, si estimulamos el dorso la abrirá.
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