Los Golpes de Calor

En verano y con las altas temperaturas, es muy habitual escuchar aquello de “le ha dado un golpe de calor al niño”. Esto ocurre especialmente en los más pequeños (y también en las personas mayores) ya que ellos son más sensibles a los cambios de temperatura.

No hay que tomarse a la ligera esto, un golpe de calor puede traer consecuencias desastrosas, por tanto, hay que tomar las precauciones necesarias para evitar que esto le ocurra a los bebés, y jamás pensar que eso no le pasará a nuestro hijo.

Muchos se preguntarán qué es exactamente un Golpe de Calor, pues bien, como ya adelantábamos, es cuando el cuerpo del niño experimenta un cambio de temperatura brusco por las elevadas temperaturas. Se produce cuando los pequeños pasan demasiado tiempo al sol sin protección, o con mala protección, en la piel, sin refrescarlos, y sin ofrecerles agua constantemente (pese a que ellos no la pidan, es importantísimo que en verano se le dé al niño agua muy a menudo, o leche materna).

Cuando el niño está “desprotegido” estando al sol (o pasando un exceso de calor aunque no esté directamente bajo los rayos) su cuerpo comienza a perder agua y sal a través del sudor. Pero, ¿cómo pueden los padres saber si su hijo está sufriendo un Golpe de Calor? En principio, el pequeño estará incómodo, especialmente irritable y se piel se mostrará enrojecida por el sudor, también puede tener síntomas como: dolor de cabeza, mareos, cansancio, debilidad, desmayo, calambres, y deshidratación.

Si se diera el caso en un bebé, los padres deberán actuar rápido. De entrada, deberán apartar al bebé del sol y llevarlo a un sitio fresco. A continuación se le ofrecerá agua o el pecho de su madre, se le quitará la ropa (incluido el pañal), se le dará un baño con agua fresca, y se le dejará descansar. En los casos normales con esto bastará, sin embargo, si el niño sigue inquieto, no estará de más acercarse a un centro de salud.

Foto obtenida de: myhealthnewsdaily.com.