La alimentación de los niños es una de las cosas que más preocupa a los padres, y si esto ya de por sí suele dar más de un dolor de cabeza, si le unimos el hecho de que el niño tiene falta de apetito, esa preocupación será aún mayor.
Hay que pensar que, igual que nos ocurre a los adultos, los pequeños también pasan por etapas en las que no tienen ganas de comer tanto, como suele ocurrir durante el verano. Las elevadas temperaturas y la incomodidad que esto supone, son causas más que suficiente para que los niños no tengan ganas de comer. En esta temporada, se debe apostar por cambiar un poco la dieta tradicional y preparar comidas más frescas, como son las ensaladas (una ensalada de pasta acompañada de aquello que les guste por ejemplo). En vez de elaborar, dos platos como es habitual durante el resto del año, siempre será mejor hacer uno solamente y que éste sea completo. Los zumos, los batidos, y las frutas del tiempo son otras opciones que en verano serán mejor acogidas por lo más pequeños.
Otras causas que pueden causar que el niño no tenga hambre son: comer entre horas (ya sean golosinas o cualquier otro picoteo), el estrés (las preocupaciones y los agobios que puedan tener en una determinada época), o querer llamar la atención de los padres.
La falta de apetito, como decíamos es algo normal que nos ocurre a todos en algún momento, sin embargo, siempre que esto se alargue demasiado no estará de más consultar con el pediatra y que sea él el que valore si es necesario dar al niño algún medicamento que le ayude a que le entren más ganas de comer.
Foto obtenida de: http://www.fresh-fruit-daily.com.