Seguimos hoy hablando de los “contras” del uso no controlado de los videojuegos en los niños (los pros, que también los hay, llegarán en las próximas entradas).
Cuando un niño se encuentra por primera vez ante un videojuego, por regla general, no se “enganchará” a ellos de entrada, es su uso continuo lo que les empieza a provocar un estado de ansiedad que les lleva a querer estar jugando a ellos constantemente. Ahí es donde empieza el problema, si este “enganche” se ve satisfecho, no querrán hacer otras cosas, como salir a la calle a jugar, practicar deporte, leer, etcétera. Los casos más preocupantes, llegan al aislamiento, dejando a la familia y amigos a un lado, y se adentrarán en ese mundo virtual que ellos mismos se han ido creando prefiriendo éste al mundo real. Los niños que están acostumbrados a pasar mucho tiempo con videojuegos, sufren después crisis cuando son privados de ellos, llegando incluso a ponerse irritables y violentos.
El llegar a ese punto por supuesto es evitable, poniendo pautas y tiempos. Por un lado hay que controlar que los videojuegos son aptos para cada edad del niño, y por otro, hay que limitar su tiempo de uso… hay que hacer entender al niño que el día tiene horas para hacer de todo, ir al colegio, comer, salir a dar un paseo, jugar con los amigos, leer, e incluso para un rato delante de la consola o el ordenador.
El sedentarismo es otro problema importante en los niños que no son controlados con este tipo de juego. Es lógico, si están jugando delante del ordenador o la consola, no se mueven y está claro que los peques deben hacer ejercicio para evitar los dolores musculares, las malas posturas que se adoptan mientras permanecen sentados, etcétera. También está comprobado que el uso prolongado de videojuegos puede provocar dolores de cabeza.
Foto obtenida de: womansday.com.