Pongámonos en el caso de que nuestro hijo sufre a menudo de hemorragias nasales. El pequeño dice que no se urga, que no se da cuenta y que no ha sufrido golpe alguno. Ya hemos acudido al pediatra para comentarle la problemática y éste indica que no nos preocupemos y que no es necesaria una visita al otorrino. Normalmente notamos que el niño sangra siempre por la misma fosa y sobre todo por las noches. ¿Qué debemos hacer cuando le ocurra?
La hemorragia de la nariz (epistaxis) es un fenómeno común en los niños. La mayoría de las veces se debe a una inflamación o un traumatismo de la vía aérea nasal: el hábito de urgarse la nariz, un traumatismo externo, cuerpos extraños o la rinitis seca por desecación ambiental de la mucosa nasal suelen provocar el sangrado.
Los vasos sanguíneos del tabique nasal y de las paredes nasales laterales tienen poca protección y la delgada superficie mucosa es propensa a secarse. Si el niño está acostado se debe elevar la cabeza de la cama y hacer presión directa en la nariz, comprimiendo suavemente las fosas nasales. También se puede aplicar hielo sobre el dorso de la nariz, con presión directa.
A veces se necesita un taponamiento nasal con una gasa impregnada en ciertos productos como la vaselina, para controlar el sangrado.
El otorrino podrá cauterizar, si se requiere un taponamiento nasal posterior y se localiza el vaso responsable del sangrado.
Sobre todo es recomendable mantener las uñas del niño cortas y conseguir que deje el hábito de urgarse la nariz.
Lo fundamental es mantener la calma, porque este problema no tiene la mayor importancia.
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