Estábamos acostumbrados a apadrinar niños de zonas del planeta más desfavorecidas y, ahora, nos encontramos con una situación muy similar en nuestro país, cuando leemos que decenas de noruegos están contribuyendo al sostén de familias españolas, y que la Cruz Roja ya reparte comida en algunos colegios y prioriza las ayudas alimentarias a las familias que tengan niños.
Hay familias que lo han perdido todo: trabajo, vivienda e incluso las ayudas sociales, lo que significa que hay niños que pasan hambre o que sólo hacen una comida al día (la del comedor escolar). Y si las ayudas de los comedores escolares se suprimen o se reducen, vamos a ver situaciones de emergencia y malnutrición.
Parece imposible que vivamos semejante pesadilla y que, según UNICEF, 80.000 niños españoles hayan caído en la pobreza en el último año (lo que puede originar que estén cerca de la desnutrición).
Todos los niños del mundo tienen unos derechos básicos y España ha venido jugando un papel muy destacado en la supervivencia y en el desarrollo de la infancia, por lo que no podemos abandonar el trabajo bien hecho por el desarrollo humano. En el marco de la crisis hay que analizar prioritariamente todas las medidas que se tomen y que tengan repercusión sobre los niños, y hay que proteger las inversiones en ámbitos prioritarios para la infancia. Por ello se ha de poner en marcha un plan nacional contra la pobreza infantil. Debemos instar a nuestros gobernantes para que los niños no sufran las consecuencias de esta crisis.
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