Probablemente uno de los momentos más duros al que niño tendrá que enfrentarse es a ese en el cual un ser querido (ya sea una persona o su mascota) desaparece de su vida. Muchos padres no saben cómo afrontar el hecho de explicarle a su hijo que una persona cercana a fallecido, y es que, es una situación que la mayoría de los adultos no se plantean y por ello, la mayoría de las veces no tienen las “armas” preparadas para dar una explicación para los niños.
Se considera que desde muy pequeños, los niños son capaces de aceptar la muerte y entenderla entre comillas. No es necesario esperar a que un ser cercano muera para hablar con ellos de la muerte, un pajarillo mueto que se encuentren por la calle puede ser el detonador para que comenzar con el tema.
Dependiendo de las creencias de cada familia, la explicaciones de la muerte pueden ser más o menos alentadoras pero, de cualquier forma no hay que contrariar a los niños y unido a esas creencias de cada uno, lo que sí es cierto es que la muerte es el final de la vida (al menos de esta vida) y así hay que hacérselo saber. Términos como el alma pueden liar a los más pequeños, los cuales incluso, especialmente si son muy pequeños, se podrían poner a buscar ese “alma” desconsolados por toda la casa. Hay que ser lo más claros posibles, sentarse con ellos y contestar con delicadeza a sus preguntas… esta será la única forma de que los niños terminen asumiendo lo que ha ocurrido. Hay que destacar que, aunque los niños son curiosos por naturaleza y lanzan sus preguntas sin pensárselo demasiado, también es cierto que a algunos les costará más hablar con papá o mamá, por ello si un niño ante la muerte no hace preguntas, no se tratará de que no las tenga sino de que simplemente se las está guardando para él.
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