Acabamos en la anterior entrada diciendo que es importante que los padres también expresen lo que sienten ante la muerte de un ser querido para que a los niños les cueste menos hacerlo. No se puede tratar una situación de este tipo con frialdad porque el mensaje que el niño va a recibir es que sus padres no sienten la pérdida. Con esta triste experiencia, los niños, van a aprender una lección titulada “La importancia de la vida”, y le darán justamente a la vida, a su modo, un valor que hasta ahora no le habían dado.
Cuando decimos que los adultos deben demostrar a los niños los que sienten, nos referimos a que sea de una forma “serena”, si el padre o la madre se encuentran en un estado excesivamente alterado, siempre es mejor dejar el tema de explicar sentimientos para más tarde, para cuando se haya tranquilizado y pueda hablar con el niño.
La pérdida de un ser querido es un golpe muy duro para todos, especialmente para los niños que, además de tener que lidiar con el concepto de muerte, tendrán que buscar respuesta a todas esas preguntas que de momento le han surgido. Por ello, ellos necesitan a los padres cerca. A veces se cree que se le hace un favor al niño si no se le lleva al funeral, y es algo que no es del todo así. Los niños necesitan estar agarrados a los padres para sentirse protegidos en un momento en que son vulnerables y, por ello, resultará más beneficioso llevarlos también. Además muchos sentirán ese ritual como una forma de despedirse de la persona que quieren. Por supuesto, si es el niño el que pide no ir a cualquiera de los actos, no habrá que obligarlo, pero sí habrá que evitar dejarlo solo más tiempo del necesario por lo que decíamos anteriormente, porque necesitan más que nunca el cobijo de papá y mamá.
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