Los niños sienten pena y tristeza cuando un ser querido muere, esto es inevitable. Incluso los más pequeños aunque no entiendan nada echarán en falta de alguna forma a esa persona que entraba y salía de casa. Esto es normal, y será algo que, dependiendo del niño, les durará más o menos tiempo. Es posible que tras una muerte, el niño intente llamar más la atención de los padres, que pidan más mimos, o que se comporten de diferente forma. Esto también es algo normal.
Los niños expresan esa pena de diferentes maneras, pero será algo temporal que poco a poco irá desapareciendo. Sin embargo, hay casos en los que el niño no terminará de asumir la muerte, y lo que se considera normal se alargará en el tiempo. Si ocurre así habrá que tener cuidado y consultar un especialistas, porque, como ocurre siempre, cuanto antes se pongan medidas en el problema que tiene el niño más fácil será atajarlo.
¿Qué señales son las que manda el niño para decir que existe ese tipo de problema?, pues algunas por ejemplo pueden ser:
– Pérdida del sueño.
– Falta de ganas de comer.
– Miedo a quedarse solo en casa o quedarse con otras personas que no sean los padres.
– Aislamiento.
– Pérdida de interés por lo que antes le entusiasmaba.
– Fracaso escolar.
– No querer ir a las clases.
– Levantarse a media noche (por rutina) y querer dormir en la cama de los padres.
Estas señales y otras que los padres consideren que se prolongan excesivamente, deben ser tomadas en cuenta para llevar al niño a una persona especializada que lo ayude a salir de ese estado. No pasa nada por consultar un psicólogo ante la menor duda y que sea él el que valore si el niño realmente tiene un problema o si simplemente está pasando un bache.
Foto obtenida de: bbc.co.uk.