Ciertas aves (palomas, loros, periquitos, patos…) son el principal reservorio de una bacteria parasitaria que se denomina Chlamydia psittaci, que puede producir una enfermedad en los seres humanos que se llama psitacosis (palabra que procede del griego psittakos, que significa loro). Esta enfermedad es aguda, produce fiebre y genera una neumonía, así como síntomas generales parecidos a los de la gripe.
El agente infeccioso está presente en las secreciones nasales, en la orina y las heces, y en las plumas del ave, y la inhalación es la vía común de infección, sin descartar que también se pueda adquirir por un picotazo o por el contacto de la boca con el pico del animal. Las aves pueden no estar necesariamente enfermas para contagiarlo, pero es difícil que se transmita persona a persona.
La prevención radica en que las aves que puedan estar enfermas (con deposiciones acuosas, inapetencia y plumas alborotadas) o infectadas sean sacrificadas. En el caso de estar sanas, lo mejor es tener cuidado de no tener relación estrecha y de manipular bien sus deposiciones, desinfectando y ventilando las jaulas.
Con cuidado y controles, estas simpáticas mascotas no tienen por qué causar problemas. Eso sí, recordad siempre que cualquier tipo de mascota no es ningún juguete y que conlleva una serie de responsabilidades.
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