Existen varios tipos de acoso que pueden sufrir los niños en el colegio: el físico (patadas, empujones, golpes…), el maltrato emocional (burlas), el social (ser rechazado, aislado…), el moral (poner en tela de juicio su dignidad como persona, decir de él que es alguien diferente de quién es de verdad), el ideológico (ser apartado por no pensar igual que su grupo), o incluso el sexual (burlas subidas de tono sobre su cuerpo, homofobia…). No todas las formas de maltrato dejan herida evidente como el maltrato físico, pero no causan menos dolor; razón de más para que se tomen medidas urgentes.
Algunos padres cuando descubren que su hijo está siendo acosado por un compañero de clase optan por esperar a que la situación pase por sí sola o dicen frases como “págale con su misma moneda”, o “¡yo le daré su merecido!”. Pero un niño acosado no puede enfrentarse sólo a su acosador ni al grupo que lo secunda.
También es un error insistir en la idea de quien ha sido acosado debe ser obligado a denunciar. Los niños y jóvenes acosados sólo están preparados para hacer visible su problema cuando se sienten fuertes, para lo cual necesitarán ayuda de los padres, de los docentes, y, en algunos casos, también de un psicólogo, para que puedan despejar sus sentimientos de confusión, de rechazo, de inseguridad y de culpa por creer que son ellos los causantes de cuanto le ocurre.
Vuestra ayuda debe pasar básicamente por mantener la calma, dejar que el niño exprese lo que ha vivido, no reprocharle que no sepa resolver la situación, asegurarle la condifencialidad y que no diréis a nadie lo que os cuente; y mostrarle que es una gran persona que merece respeto y ambilidad. Es esencial demostrarle que él puede salir airoso de este problema.
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