Érase una vez un bebé al que sus papás le leían un bonito cuento todas las noches… Enseñar a los niños a habituarse a la lectura, desde edades muy tempranas, es una tarea que requiere tiempo y esfuerzo, pero es uno de los mejores regalos que podemos hacerles. Todo comienza como un juego, en el que el bebé se relaciona con el libro mediante sus sentidos, pero, poco a poco y casi sin darnos cuenta, pronto se convierte en un elemento clave para su desarrollo, incluido el ámbito emocional.
Reserva un ratito diario a la lectura, para que tu pequeño se beneficie de lo que supone crecer rodeado de historias maravillosas.
Ningún niño es demasiado pequeño para empezar a relacionarse con los libros, aunque sea de un modo especial. Según Pedro C. Cerillo, Catedrádito de didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Castilla la Mancha y director del Centro de Estudios de Promoción de la lectura y literatura infantil (CEPCLI), “una persona puede enfrentarse a la lectura desde casi el mismo momento del nacimiento, pero no es una lectura convencional, tal y como la entendemos, contextualizándola con los textos escritos. Podemos leer con los oídos igual que con la vista. Con los oídos es esencial en las primeras edades y, de hecho, yo creo que casi todos los niños, desde que nacen, han escuchado una nana y un poco después han jugado a las adivinanzas… Todo eso es literatura y facilita que el proceso de creación del hábito lector sea más fácil cuando el niño se tenga que enfrentar por primera vez a los textos escritos”.
A esto se suma que, en cuanto a los libros propiamente dichos, cada vez más editoriales ofrecen objetos-libro, desde el nacimiento. Libros blanditos para el baño, libros-juguete con los que irse a dormir… La clave está en que el libro sea un juguete más. Si empiezas a rodear de libros al niño desde una edad temprana, al igual que tiene un sonajero o un juego de construcción; como un juguete más, y cuando sea un poco más mayor y empiece a leer, esto no le causará ninguna novedad.
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