Algunas veces, las prisas nos juegan malas pasadas; en otras ocasiones, el afán de protección nos impide exponer a los niños a tareas en las que pueden fracasar y, en ciertos casos, inconscientemente, nuestros propios miedos nos dominan y evitan que permitamos que nuestros hijos se enfrenten a situaciones difíciles.
Hay que darles oportunidades para que puedan experimentar y desarrollar su autonomía. Si consideramos las enormes posibilidades y herramientas que brindamos a nuestros hijos enseñándoles a ser más independientes, tendremos motivación suficiente para hacerlo bien.
Promover la autonomía en los niños consiste en inculcarles hábitos de inpendencia para sus vidas. En concreto, estos hábitos se refieren a tareas que los pequeños pueden hacer por sí mismos, relacionadas con ámbitos cotidianos como la higiene, el vestido y la alimentación.
Pero los hábitos son pautas de conducta que se repiten en el tiempo, por lo que lograremos un mejor afianzamiento en la medida que los repitamos; la perseverancia y la paciencia son habilidades que deberemos desarrollar para lograr nuestro cometido.
Para comenzar, podemos darles a nuestros hijos la posibilidad de elegir su ropa, sus accesorios del peinado o sus zapatillas, así como otorgarles cierta libertad para que aprendan a comer solos, se aseen y atiendan su imagen y cuidado peronal desde edades muy tempranas.
Al principio no podemos esperar la perfección, ni siquiera que lo hagan bien. Se les caerá la comida, no calcularán bien el tamaño y las dimensiones de los tenedores y cucharas, probablemente no acierten en la combinación de colores de sus prendas e incluso pueden llevar los zapatos cambiados. Pero, no importa. ¡Cuanto antes empecemos, mejor!
Lo esencial en los comienzos no es que lo hagan bien o mal, sino que tengan acceso al sentimiento y la seguridad de hacerlo ellos solos y de que cuentan con nuestro apoyo.
En el proceso de aprendizaje de una mayor autonomía, los niños tienen que recibir dos mensajes: por un lado, que sus padres confían en ellos (inyección de autoestima) y, por otro, que, si se equivocan, sus progenitores estarán ahí para prestarles la ayuda necesaria, sintiéndose así acompañados en todo momento.
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