- Promueve su autoestima: reforzar los avances y logros de los niños, les dará una imagen positiva de sí mismos.
- Respeta sus tiempos para el aprendizaje: cada niño es diferente, por lo que hay que procurar no tener expectativas desmesuradas ni basadas en los tiempos de otros niños. Respetando su individualidad le respetas a él y, a su vez, él, a través de ti, aprenderá a respetarse a sí mismo.
- Actúa respecto a sus posibilidades y a su momento madurativo: exigirle por encima o por debajo de sus posibilidades puede resultar contraproducente con lo que queremos fomentar. Es más, si le exigimos demasiado, podemos provocar frustración.
- Evita utilizar caificativos en forma de etiquetas: si lo ha hecho mal, no le digas que es un niño “malo”, simplemente esa tarea no la ha hecho correctamente y la puede mejorar. Si el pequeño escucha constantemente que es un “patoso” se lo puede acabar creyendo y actuar como si lo fuera.
- Promueve que vaya avanzando en las metas: no es conveniente quedarse anclado en un objetivo. A medida que va consiguiendo logros, tendremos que ir aumentando la dificultad de las metas. Recuerda que los objetivos deben ser difíciles, pero no imposibles, de forma que lo motiven, pero no le frustren.
- Acepta la equivocación como parte del aprendizaje: los errores no son más que fases que nos enseñan el camino correcto. Aprender de los errores es un acierto siempre, y aumentará la resistencia de tu hijo a la frustración. Por ejemplo, si se le cae al suelo un alimento, enséñale a recogerlo sin recriminarle. De esta forma no sólo aprende a que equivocarse no es malo, sino que también se hace responsable de sus actos.
- Reconócele su esfuerzo: aunque falle, siempre hay que alabar que lo haya intentado.
- Felicítale por el logro: cuando el niño consiga un objetivo, hazle partícipe de tu alegría y no dudes en prodigarle cariño. Celebrar los éxitos es una práctica que tenemos que disfrutar.
Imagen: minivigo