Como ciclistas, lo primero que han de aprender, desde muy pequeños, es a no montar nunca en su bicicleta sin ponerse el casco. Ésta es una medida imprescindible de seguridad y prevención de posibles lesiones que ha de convertirse en un hábito.
A partir de ahí, el niño, con su bicicleta, se convierte en un vehículo más y, como tal, tiene que conocer las distintas señales y saber respetarlas. Circulará siempre por la derecha y, en las zonas que sea posible, por el carril bici; señalizará con el brazo cualquier cambio de dirección y nunca irá en sentido contrario a la circulación. A esto se suma que de noche o con condiciones meteorológicas desfavorables, tendrá que ser bien visible con las luces de posición y alguna prenda reflectante.
Por último, si va en grupo con otros ciclistas, lo hará en fila india (como máximo, se podrá ir en columnas de dos bicicletas).
El desarrollo de la educación vial también esta muy presente en las aulas. Mediante distintos materiales didácticos que van desde juegos, recursos audiovisuales, manualidades, libros o, incluso, simuladores de conducción, se trabaja esta materia de forma lúdica y adaptada a cada etapa educativa: infantil, primaria y secundaria. El objetivo debe ser que la formación sea lo más eficaz posible y, al mismo tiempo, divertida.
Además, muchas instituciones, tanto públicas como privadas, apoyan a los centros escolares a través de campañas, folletos informativos, talleres y numerosos recursos útiles en el proceso de aprendizaje.
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