Es inevitable que los niños más mayorcitos, y sobre todo los adolescentes, vayan siempre un paso por delante en lo que a tecnologías se refiere. Pero, como ya decíamos en anteriores entradas, hay que ponerse las pilas.
Más pronto que tarde, el niño va a querer pertenecer a una de las redes sociales, bien porque simplemente lo hayan escuchado en la tele, o bien porque algunos de sus amigos o compañeros de colegio, ya pertenezcan a una. Podemos encontrar un punto positivo a esto, cuanto más pequeño sea el niño a la hora de hacer esto, mayor probabilidades tendrán los padres de pertenecer a su grupo de contactos (aunque con el tiempo, lo más probable es que ellos no quieran que eso sea así).
Esto es sencillo, los niños poco a poco van poniendo barreras entre ellos y los padres, es algo normal, por eso hay que aprovechar la etapa en la que aún no ven a los padres como una amenaza, para “controlar” y enseñarles qué hacer en una red social, por ejemplo.
Si el niño va a estar dentro, los padres también… esto debería ser así, sencillamente porque se les puede enseñar “desde dentro”. Lo que hacen los padres repercute en lo que harán los hijos, por tanto, mostrarles una actitud responsable en Internet, también les dará ejemplo.
Pongamos el caso de una red social, como puede ser Facebook. Las fotos, la información que se proporciona, el uso de un vocabulario adecuado… todo esto hay que tenerlo presente. Los adultos tenemos más o menos claro, que hay que tener cuidado con lo que se expone, por tanto, mostrémoslo a los niños: no subir fotos comprometidas, no mostrar datos que puedan poner en riesgo la seguridad, etcétera.
Si padres e hijos se crean la cuenta a la vez, el padre o la madre puede mostrar todos esos detalles más fácilmente que si ellos lo hacen solos a escondidas.
Imagen: Jim Sneddon.