No debe formar parte de la dieta antes de los doce meses. Los datos recogidos en el estudio ALSALMA, han detectado un exceso de proteínas en los niños superior a la recomendada. A estas edades la leche y los derivados lácteos son la principal fuente de proteínas, a estos alimentos le sigue la carne, que aporta el 25% de las proteínas en la dieta de los niños de cero a tres años. Por este motivo, es recomendable mantener la administración de fórmulas adaptadas hasta los tres años y retrasar la introducción de leche de vaca el mayor tiempo posible (hasta los tres años).
La realidad es que casi la mitad de los niños de uno a dos años (42%) y el 66% de los niños de dos a tres años consumen leche de vaca. La leche de vaca (que a estas edades su recomendación máxima sería de 500 mililitros/día, que aportarían 17,5 gramos de proteína frente al total recomendado de 13 gramos/día) ya aporta una cantidad de proteína elevada que, asociada a la ingesta de carne o de pescado, aumenta considerablemente el aporte total de proteínas de la dieta y hace que el niño exceda la cantidad de proteína que debe ingerir al día, ya que sólo toma lácteos. Utilizando fórmulas adaptadas, la cantidad de proteína ingerida es menor, y es posible poder asociar otras fuentes de proteínas diferentes a los lácteos como la carne o el pescado.
La sustitución de la leche de vaca por fórmulas adaptadas entre los cero y los tres años puede reducir el consumo de proteínas derivadas e los lácteos en un 15%, que puede derivarse en problemas posteriores como la obesidad. También mejora el aporte de otros micronutrientes esenciales como el yodo, la vitamina D y el hierro, a diferencia de la leche de vaca.
Imagen: bna
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