El contacto piel con piel no sólo es importante para una buena instauración de la lactancia, sino que ayuda al recién nacido a adaptarse mejor a la vida fuera del útero y a establecer un vínculo afectivo con su madre. Por todo ello, el contacto precoz se debe fomentar en todos los recién nacidos independientemente del tipo de alimentación que vayan a recibir posteriormente.
La leche materna, por su composición, se adapta a las necesidades del lactante y varía a lo largo de la lactancia, a lo largo del día, e incluso a lo largo de cada toma.
El principal estímulo para la producción de leche es la succión del niño y el vaciado del pecho, por ello, cuantas más veces mame, más cantidad de leche se producirá. La leche no se gasta, cuanta más toma el bebé, más produce la madre.
La Organización Mundial de la Salud, la Academia Americana de Pediatría y el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría recomiendan la alimentación exclusiva al pecho durante los primeros seis meses de vida del niño y continuar con el amamantamiento, junto con otros alimentos que complementen la alimentación, hasta los dos años o más, mientras madre e hijo lo deseen.
Imagen: saludpasion
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