Algunos consejos para conseguirlo son:
- Estructura los tiempos dela comida: desde el momento que nos sentamos a la mesa empezaremos a comer hasta un tiempo prudencial que decidamos como fin, prolongarlo no tiene sentido aunque no haya comido lo esperado por nosotros.
- No compenses la carencia de los platos principales con otros alimentos: el objetivo es no dar pie a estas edades tan tempranas al “menú a la carta”, aunque sea esporádicamente.
- Si está sano no te preocupes si come poco: sin darnos cuenta, a menudo comparamos lo que comen niños de la misma edad que nuestro hijo. Si no está enfermo y su patrón de crecimiento es el esperado para su edad no hay que preocuparse si nos parece que come poco.
- Crea un ambiente relajado y sin distracciones: así conseguimos que la alimentación sea un proceso consciente y placentero. Apartaremos los entretenimientos y mantendremos conversaciones distintas al acto de la comida.
- Incluye una pieza de fruta como postre: la expresión “5 al día” indica el número de raciones de frutas y verduras que hay que tomar. Una pieza de fruta como postre después de las comidas principales es la mejor elección, dejando los lácteos para el desayuno y la merienda.
- Ajusta la cantidad de alimento al tamaño del niño y adecúa la ración de alimento a sus necesidades: si tenemos dudas, nuestro pediatra, así como el dietista-nutricionista, nos ayudarán a resolverlas.
- Ofrécele lácteos y derivados: son alimentos necesarios por ser ricos en calcio, vitaminas y minerales, pero hay que tener claro que nos referimos a la leche, al yogur, al queso y a la cuajada y no a postres lácteos como flanes, natillas y demás que no contienen la misma cantidad de estos nutrientes.
- Las vitaminas y minerales se obtendrán adquiriendo alimentos que las contengan: sólo se debe recurrir a los suplementos cuando el pediatra lo aconseje.
Imagen: tubesalud