En muchas de nuestras entradas, hemos mencionado un sinfín de veces, que con los niños siempre hay que armarse de paciencia. A la hora de ir a dormir, en el momento de la comidas, cuando se ponen a hacer los deberes… cientos de situaciones, requieren que papá y mamá, respiren cuenten hasta 10, y después, más tranquilos actúen.
Que a los padres se les agote la paciencia es algo más que normal, sin embargo, hay que hacer un sobresfuerzo cuando se quiere salir bien parado de las situaciones. Los nervios y el estrés, no ayudan nunca a resolver los conflictos, al contrario, la cosa suele empeorar a medida que se la situación va subiendo de tono.
Sin embargo, es muy difícil poder controlarse, parar y respirar. Algunos padres tienen este punto más controlado que otro, y siempre es determinante el carácter de cada uno y el de sus hijos. Pero hay que hacer un esfuerzo, y plantearse el tema de respirar, y contar antes de actuar o hablar, para que a la larga, en la vida familiar sea más fácil la convivencia, y no se terminen escapando de las manos esas situaciones de “conflicto”.
El otro lado del tema, es la impaciencia. ¿Cuántas veces apretamos las tuercas a nuestros hijos para que tomen una decisión rápida? ó, ¿cuántas veces terminamos los padres tomando esa decisión porque nos “cansamos” de esperar a que se decida? Probablemente, esto es algo que a muchos les habrá pasado en algún momento, y hay que decir, que no es nada beneficioso. Los niños tiene que aprender a tomar decisiones, y a no depender de los padres para tomarlas, pero para que lleguen a eso, se les debe dar la oportunidad de hacerlo, aunque eso implique que estemos mirando un escaparate durante minutos, hasta que por fin el niño haya sopesado los pros y los contras, compre un determinado artículo, en vez de otro.
Imagen: makelessnoise.