Los expertos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades investigaron la exposición de los niños a los antígenos, las sustancias en las vacunas que hacen que el organismo produzca anticuerpos para combatir infecciones y enfermedades.
Los investigadores analizaron los datos de 256 niños con algún trastorno autista y compararon la exposición acumulativa a los antígenos en esos niños con la de 752 niños que no sufrían autismo.
Según explican, no se ha encontrado ninguna evidencia que indique una asociación entre la exposición a los anticuerpos que estimulan las proteínas y los polisacáridos contenidos en las vacunas durante los dos primeros años de vida y el riesgo de contraer un trastorno del espectro autista, un trastorno de autismo o un trastorno del espectro autista con regresión.
Tampoco se ha hallado ningún vínculo entre el autismo y la exposición acumulativa a los antígenos, ya sea desde el nacimiento hasta los dos años o en el curso de un solo día después de recibir múltiples vacunas.
Con lo que podemos concluir, sin temor a dudas, que las vacunas no provocan autismo.
Imagen: cuidadoinfantil