- Debemos interesarnos y preguntarles por todo lo que hacen en las clases, reforzando especialmente sus avances, mostrando ilusión y alegría por ir a verles jugar un partido, escucharles tocar un instrumento o asistir a la función de ballet, por ejemplo.
- También es importante valorar su esfuerzo continuado, pese a la pereza que les pueda dar a veces, animándoles y procurando quedar con otros compañeros que practiquen la misma disciplina para ir juntos a clase, intentando así en esos momentos “bajos” hacer más atractivo todo lo que rodea a la actividad en sí.
- Compartir la afición con ellos o que la comparta con sus hermanos o un grupo de amigos también resulta muy motivador. Por ejemplo, si se trata de la lectura, funciona muy bien leer un cuento en voz alta, juntos, escenificando y poniendo voces, o inventando posibles finales alternativos.
- De vez en cuando es bueno que vayamos en familia y con amigos a ver una obra de teatro, hacer talleres o visitar un museo, aprovechando los recorridos específicos que existen para familias y que suelen estar explicados para los niños.
- Por supuesto, los niños van a disfrutar muchos más una actividad extra escolar que vaya de acuerdo con sus intereses, pero a edades tempranas no es bueno dedicar a esto más de dos horas semanales porque también es necesario que tengan tiempo para jugar, para relacionarse y compartir tiempo con su familia y amigos o, cuando son algo más mayores, para hacer deberes e incluso para aburrirse un poquito porque también así pueden descubrir muchas otras cosas de sí mismos que de otra manera no lo harían.
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