Es el tema recurrente durante estos días todos los años. El cambio de hora plantea un debate sobre los beneficios reales que produce ya que al ahorro energético también se suman algunos efectos que limitan el bienestar de las personas. Por ejemplo, en forma de trastornos de sueño. Unos problemas de descanso que afectan de forma especial a bebés y niños.
Este cambio de hora se lleva a cabo desde el año 1974. Un estudio realizado por la Comisión Europea y presentado al Parlamento en el año 1999 muestra que realmente, este cambio de hora es muy efectivo, en primer lugar, para poder aprovechar al máximo las horas de luz solar. Este cambio de hora también influye de forma positiva no sólo sobre el el ahorro sino sobre otros sectores como las comunicaciones, también influye en el transporte y la seguridad vial, mejora las condiciones del trabajo y el estilo de vida, la salud, el ocio y el el turismo.
Sin embargo, más allá de todos estos factores positivos, no podemos perder de vista que cada año con el cambio de hora de otoño y el cambio de hora de primavera, el cuerpo necesita adaptarse a un nuevo ritmo. Lo habitual es que los niños estén integrados al nuevo horario en el plazo de siete días.
El médico Hernando Pérez Díaz, que es Coordinador de la Unidad del Sueño de Quirón Sagrado Corazón de Sevilla y del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, realiza unas sugerencias para relativizar esas molestias. Por ejemplo, es importante reducir el tiempo de siesta para que el niño duerma mejor por la noche. Del mismo modo, es mejor evitar el consumo de chocolate en las horas próximas al sueño. Además, se deben adaptar las horas de comida y de sueños a los nuevos ritmos de luz solar.
Fuente – Antena 3
Foto – Telecinco