Pero, ¿cómo podemos saber si el pequeño se encuentra cómo con ella? Observándolo y fijándonos en su manera de reaccionar. Los niños, en los primeros meses y años de vida, no saben encubrir sus sentimientos, por lo que si sucede algo fuera de lo normal, aunque no nos lo puedan comunicar con palabras, tenderán a mostrarlo con acciones y comportamientos diferentes a los habituales.
Quizá presenten una pérdida de apetito, se asusten con facilidad, se muestren agresivos o tristes… Evidentemente, si encontramos signos de falta de higiene e irritaciones en las zonas más sensibles del cuerpo o notamos que el niño comienza a perder peso indagaremos el por qué de inmediato.
Si detectamos algún indicio que nos parezca significativo, hablaremos con la cuidadora y comprobaremos cómo se va sucediendo el día pasando por casa, con la mayor diplomacia y naturalidad posibles, en horas que no son las usuales.
La cuidadora ideal debería ser:
- Paciente.
- Responsable.
- Cariñosa.
- Una persona con iniciativa.
- Una persona preparada para afrontar y prevenir situaciones de peligro.
Imagen: nytimes