Es bastante razonable considerar que, dentro de una guardería, el bebé aprenderá a compartir y tendrá mayores destrezas en el orden social, aprenderá a jugar con otros y a comportarse de manera más adecuada y menos caprichosa que cuando es permanentemente el centro de atención del entorno.
Sobre todo en las primeras semanas, es aconsejable tener previsto un plan alternativo para el caso, muy probable, de que el niño enferme. Y no una vez, sino varias. De ahí que, aparte de gestionar adecuadamente el proceso de solicitud de la guardería deseada, sea pública o privada, también hay que gestionar cómo cubrir puntualmente las obligatorias ausencias del bebé a la guardería en caso de enfermedad, dado que en ese caso la guardería no puede responsabilizarse de él.
Los padres, por tanto, deberán instrumentar un sistema para cuidarle en casa para que se mejore y no contagie a otros bebés, y éste es un punto fundamental que conviene tener previsto.
La guardería no es solamente un lugar donde se cuida al bebé, sino que también se configura como el lugar donde el desarrollo psicológico, emocional y físico ocupan un papel relevante. Es importante que cuente con unas espacios diáfanos, salas diferenciadas, tanto para la higiene como para los momentos de descanso, y con una buena ventilación.
Es muy conveniente que haya un pediatra o bien se pueda acceder de manera fácil a este servicio de forma preventiva y sobre todo nos informaremos sobre la organización del centro, las cualificaciones profesinales de las personas que trabajan allí (sobre todo si el niño tiene alguna necesidad educativa especial, para ver cómo el centro aporta los recursos humanos y materiales de apoyo adecuados) y si cumple la normativa de carácter legal (por ejemplo, si los niños son menores de un año no debe haber más de ocho niños aproximadamente por clase).
Imagen: gothamschools