Sobre el papel esta filosofía suena muy bien, pero existe el riesgo de que la fórmula no funcione por la elemental razón de que es difícil que los padres compartan la custodia cuando no hay acuerdo y la separación se produce de forma no amistosa. En esa situación, los hijos podrían convertirse en rehenes del conflicto entre los progenitores, a los que la imposición de esa custodia compartida no deseada puede generar no sólo rechazo, sino ser percibida como un atentado a su autonomía. Todo lo cual puede producir más patología de la que habitualmente se aprecia en este tipo de situaciones.
En la práctica, la mayoría de los divorcios se resuelven con la decisión del juez de conceder la custodia a la madre, lo cual responde al hecho de que los niños son criados y pasan mucho más tiempo con las mujeres que con los hombres. En encuestas al respecto, el 90% de los niños interrogados respondían que en caso de separación, ellos preferían quedarse con la madre.
Este es un dato a tener en cuenta, más aun considerando las edades de los niños, sobre todo en la primera infancia en la que el manejo y la alimentación de los pequeños encierra ciertas dificultades y que en la mayor parte de los casos son superadas mejor por las madres
Según el anteproyecto de ley el juez pediría el parecer del fiscal, estudiará las alegaciones de las partes, oirá a los hijos y decidirá, aunque ninguno de los progenitores o uno de ellos quiera compartir la custodia, lo que, producirá un perjuicio irreparable para el interés de los menores.
A mi entender, la nueva regulación de la custodia compartida, siendo necesario actualizar la normativa vigente, debería ser estudiada más a fondo en el curso del trámite parlamentario.
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