Es normal que los niños pasen épocas de rebeldía, forma parte de su parte evolutiva, y todos la terminarán pasando en un momento u otro. Sin embargo, cuando esa supuesta fase, se alarga en el tiempo, ya no podremos decir que se trata de una etapa, sino que podremos decir que existe un problema de conducta.
Estos niños rebeldes, son desobedientes, y tienen a pedirlo todo exigiendo. Por regla general, son niños de cualquier edad que, por regla general, han estado acostumbrados a ver cumplidos sus deseos, han estado sobreprotegidos, y han crecido sin normas ni límites.
Por regla general, estos niños suelen tener una conducta normal fuera del hogar, acatando las normas y mostrándose sociables con los compañeros o profesores. Esto es algo que descuadrará a los padres, los cuales están acostumbrados a que la convivencia se convierta en un campo de batalla, en el que los gritos y los enfados son la norma general.
Es incuestionable, que a los niños hay que ponerles límites y, si no se ha hecho desde pequeños, habrá que comenzar a ponerlos de mayores, aunque cueste más. Esto no siempre es fácil, por lo que si los padres no saben cómo hacerlo, no estará de más que se consulte el caso con un especialista en estos temas, que los orientará, aunque siempre serán los propios padres los que tengan que actuar y cambiar las formas a la hora de educar al niño.
Es importante no dar a un niño rebelde por perdido y, volvemos a hacer hincapié en que, lo importarte es que los padres se den cuenta de que existe un problema y que tomen las medidas oportunas para atajarlo.
Imagen: Fabiana