Se reconoce porque el aliento del niño tiene un olor parecido al de la manzana ácida, pero si queremos cerciorarnos lo mejor es consultar al pediatra o comprar en la farmacia unas tiras reactivas que se introducen en la orina del bebé y detectan si existe la presencia de acetonuria.
Los bebés son más propensos a tener acetona porque tienen menos reserva de glucosa que los adultos. Además, los niños sufren bastantes periodos de ayuno debido a trastornos digestivos, infecciones, etcétera, por lo que se ven obligas a utilizar sus reservas de glucosa para evitar hipoglucemias o bajadas de azúcar en sangre.
La acetona suele aparecer cuando el bebé tiene fiebre, diarrea, alguna infección, vómitos o ante un periodo de ayuno prolongado. También la pueden padecer niños sanos antes de los tres años como consecuencia del crecimiento, del cansancio o de la inapetencia. Para prevenirla debemos procurar que los niños no se acuesten sin cenar durante más de una noche.
Si el niño vomita, lo mejor es darle líquidos azucarados como zumos, refrescos con azúcar, agua con azúcar a cucharadas pequeñas hasta que los vómitos remitan. Si no vomita también podemos darle una galleta o un poco de yogur azucarado. Si con estas medidas la acetona persiste durante más de 24 horas debemos llevar al niño al pediatra para que le realice las pruebas oportunas que determinen si el niño tiene diabetes o hipertiroidismo.
Nunca tendremos que darle al niño agua con bicarbonato ni leche condensada, estas son medidas tradicionales que no harán que el niño deje de tener acetona.
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