Todos sabemos la gran cantidad de heridas que un niño puede llegar a hacerse en ciertas etapas de su desarrollo, debido a su desborde de energía y sus ganas de explorar todo lo que le rodea.
Podemos distinguir las heridas más comunes que nuestro pequeños se harán por su tipología, entre las más comunes tendremos:
– Heridas por corte, que suelen ser cortes limpios producidos por una lámina, donde la gravedad estriba en la pérdida de sangre, pudiendo llegar a ser peligrosa si se ha herido una arteria.
– Heridas por abrasión o contusión, donde los bordes que distinguen a este tipo de heridas son irregulares, y de dicha herida suele emanar un líquido transparente.
Cada tipo de herida requiere un tratamiento distinto, pero en unas pautas generales lo atajaremos de la siguiente manera. Si el corte es superficial (y está limpio y no alberga cuerpos extraños), será suficiente desinfectarlo con una gasa humedecida con desinfectante, dejando que seque al aire (al menos que sea una zona que se pueda ensuciar con facilidad), ante lo cual debemos tapar con una tirita o con una gasa estéril. Si la herida estuviese sucia, tendremos que lavar bien la zona con agua corriente, retirando la suciedad con delicadeza ayudándonos de una gasa empapada en desinfectante. Usar jabón puede resultar útil, sobre todo si es líquido, ayudando a limpiar mejor la herida.
De todas maneras, deberemos acudir al pediatra si, la hemorragia no para diez minutos después de comprimir la herida, si es un corte profundo (necesitando puntos de sutura), si no conseguimos limpiar la herida y vemos restos de suciedad en ella, si el pequeño no está vacunado contra el tétanos, si creemos que la herida está infectada y si ésta no se cura pasados diez días.
Otro tipo de heridas muy común en los pequeños son las heridas por incisiones de puntas, como por ejemplo el clavarse un clavo o punta en el pie, o una herida en un ojo producida por un lápiz. Son heridas que no suelen sangrar (debido a la rapidez con la que se cierra el agujero), pero no por ello, dejan de ser importantes, ya que esto hace que se puedan infectar con mayor facilidad.
Debemos acudir en estos casos al pediatra si el objeto o la piel estaba sucia cuando se ha producido, si el objeto que lo ha causado atravesó la suela del zapato, si vemos en la herida restos de suciedad. También lo haremos cuando la herida se produzca en tórax, abdomen, cabeza o alguna articulación, además de si vemos que necesita puntos de sutura, está infectada o el niño no está vacunado del tétanos.
Imagen: Lindsay Shaver