La práctica de deportes es una sana costumbre, y una manera muy útil de iniciar a los más pequeños en estas actividades tan saludables, es que las desarrollen junto al resto de la familia.
Si el núcleo familiar tiene un ambiente propicio para la práctica de deportes, esto hará que los hijos se animen a practicarlo. Si vemos que el niño tiene claras aptitudes o una gran afición por un deporte concreto, lo ideal es que la familia le brinde todo su apoyo, animándole así a seguir adelante, ya que de lo contrario, el niño puede desanimarse en su práctica y acabar dejándolo.
Son sin duda los padres, los que deben asumir el papel de impulsores en la práctica de actividades deportivas de sus hijos, bien a través del ejemplo, así como influyendo en los pequeños en que la práctica de deporte es algo saludable, creando así una constancia y la regularidad, indispensable para la práctica de cualquier deporte. Algo en lo que no deberán caer, es en crear clasificaciones, mostrar preferencias o comparaciones si tienen más de un hijo, ya que puede causar entre ellos un efecto negativo.
Si la rivalidad (entre hermanos) está siempre presente (como algo genético), el alentamiento de ésta, por parte de los padres (de manera consciente o no) a través del deporte, puede ser perjudicial. Motivo por el cual, es tarea de los padres, el establecer entre los hermanos un vínculo deportivo con una sana competencia.
Hay ciertas actividades que las clasificamos como deportivas, cuando carecen de factor competitivo, por lo cual se pueden enfocar más como actividades lúdicas o de entretenimiento, como seria un paseo en bicicleta, correr en grupo, etc. Estas saludables actividades fomentan la convivencia, haciendo compartir experiencias, evitando las propias tensiones presentes en las competiciones deportivas, a la vez que unen a la propia familia, haciendo que juntos pasen agradable momentos, lo cual será vivido por los más pequeños como toda una auténtica aventura, que recordarán por mucho tiempo.
Imagen: Matthew