Hace mucho tiempo que se dejaron atrás frases como las míticas “que viene el coco” o “que te come el lobo”, usadas como arma arrojadiza a los más pequeños, a fin de obtener un cambio de conducta o de que se cumplieran ciertos deberes en el hogar. Sin embargo, el miedo de los niños, es algo que aún persiste en los hogares, ya sea a la oscuridad, a la muerte, a seres fantásticos, o a miedos más actuales como son la propia separación de los padres. Ante todos estos miedos, los expertos aconsejan a los progenitores, calma, nunca ridiculizarlos y ayudarles a superarlos.
El sentir miedo, es algo normal y natural, pero los padres han de estar atentos a determinadas situaciones para saber a qué tienen temor sus hijos. Hay estudios que determinan que los temores varían con la edad, siendo los más comunes:
– Durante el primer año de vida, son debidos a ciertos estímulos intensos o extraños (ruidos fuertes, personas desconocidas, etc.).
– Desde el año hasta los seis años, los temores se tornan más específicos, como son a ciertos animales, a las tormentas, la oscuridad, seres fantásticos e incluso a la separación de los padres.
– A partir de seis años, según va madurando mentalmente el pequeño, se remplazan temores por otros más complejos como el miedo a la muerte, al daño físico, enfermedades o accidentes, y un poco más adelante, incluso a situaciones sociales, como son el tener miedo al ridículo, fracaso escolar, etc.
Equipos de expertos en psiquiatría y psicología, nos hablan de que los miedos están unidos fuertemente al alto estado de dependencia en el que nace un niño, siendo estos una función evolutiva preservacionista de la propia vida, convirtiéndose en un proceso que tiende a desaparecer con la adolescencia.