La felicidad es un factor condicionado por factores tan superficiales en apariencia como el lugar de nacimiento. Sin embargo, la suerte de un ser humano está determinada en parte por el origen de procedencia ya que existen países en los que existe un alto grado de mortalidad infantil como bien ha explicado la prestigiosa revista The Lancet en colaboración con Unicef.
El dato es trágico por sí mismo ya que tres millones de bebés mueren durante el primer mes de vida por una causa evitable ya que los niños se hubiesen recuperado en caso de recibir la ayuda médica pertinente. En lugares en vías de desarrollo, el porcentaje de muerte infantil representa el 44% en niños menores de 5 años de edad.
Según los resultados de este estudio, si las personas más pobres pudieran recibir los mismos servicios médicos que las personas más ricas entonces, se podría reducir de forma considerable el índice de mortalidad infantil al salvar 600.000 vidas. Mickey Copra que es jefe de salud de Unicef explica que «ha habido un gran progreso en la reducción de muertes de menores de cinco años, pero el número de los recién nacidos, los más vulnerables, sigue siendo un problema».
Los datos son alarmantes porque 2,9 millones de niños mueren cada año en su primer mes de vida y mientras que 2,6 millones de bebés nacen ya sin vida. Las veinticuatro primeras horas de vida del bebé son claves no sólo para él sino también para la madre. Ruanda es uno de los países que más ha reducido la mortalidad infantil. En relación con este objetivo conviene mencionar que la Organización Mundial de la Salud y Unicef van a poner en marcha un Plan de Acción del Recién Nacido para reducir el índice de mortalidad infantil hasta el próximo 2035.
Fuente – ABC
Foto – Certo Xornal