Además de enseñar a los pequeños que con la violencia es posible conseguir cosas, otras consecuencias que puede tener el castigo físico que con el tiempo van dando la cara e influyendo en su vida familiar, escolar y social son:
- Efectos negativos sobre la autoestima, que pueden repercutir de manera importante en el futuro.
- Dificultades de relación con otros niños. Al comprobar que con la violencia se consiguen los objetivos esperados, puede aplicar esos mismos esquemas con sus iguales.
- Falta de comunicación con los padres. Esto se va acentuando con el paso del tiempo y, del mismo modo, el refuerzo del mecanismo de la mentira para eludir el castigo.
- Frustración por parte de los padres cuando la “técnica del bofetón” va perdiendo efecto a medida que el niño va creciendo.
La clave está en entender la educación como algo que enseñe a desarrollar una conciencia; y experimentar dolor no enseña a los niños a ello. Nuestras actuaciones, por lo tanto, deben basarse en unos principios lógicos de actuación, acordes con nuestra propia escala de valores, transmitidos a los niños con razonamientos sencillos y que sean consistentes en el tiempo.
También es importante anticipar las consecuencias de un acto para enseñarles dónde están los límites que no se deben traspasar; y cumplir la ejecución de dichas consecuencias de manera consistente.
Por último, la privación puntual de atención al niño cuando las conductas no son las deseadas y la búsqueda de recompensas para motivarles mediante técnicas educativas son formas de actuación bastante más efectivas y duraderas en el tiempo que el castigo físico.
Foto | Tom Carmony