En los primeros meses de vida y gracias a esta curiosidad innata, el bebé empieza a conocer la causa-efecto de sus actos. Por ejemplo, si presiona un botón de un juguete y este suena relacionará su acto con el resultado, de esta forma, la próxima vez que quiera escucharla sabrá qué hacer. O si, mientras que se sacude el sonajero, se da cuenta de que hace un sonido y nota que él es quien lo está causando, lo repetirá. Desde allí, comenzará a experimentar con otros efectos que puede causar en el mundo que lo rodea.
A medida que el niño va creciendo esta relación se irá haciendo más complicada y podrá jugar con diferentes juegos experimentales como conocer la respuesta de muchas de las preguntas que pasan por su cabeza.
Algunos de los juegos recomendables para potenciar la relación causa-efecto son los juguetes de arrastre, los puzles, los sonajeros, los juegos de experimentos, los circuitos de bolas y canicas, los encajables… Ofrécele estos juguetes y recompensa sus esfuerzos aplaudiendo o animándole para que entienda que sus acciones provocarán una respuesta de tu parte.
La edad en que el niño empieza a utilizarlos es a partir de los 4 y 7 meses, es decir, cuando ya anda con cierta soltura. Estos juguetes de arrastre, empuje y puzles tienen la ventaja de que invitan al niño a estimular la marcha y la orientación espacial. A la vez, también parece que coordinan las acciones de caminar, tirar o empujar. Antes de comprarlos asegúrate de que cumplen con las normas europeas de seguridad.
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