Los celos son un sentimiento de envidia que surge en el niño mayor cuando observa la llegada del niño menor como un cambio importante en su propia rutina personal. Hasta ese momento, el niño ha sido el centro de atención de toda la familia. Los celos se producen especialmente cuando la diferencia de edad entre los hermanos es de menos de tres años.
Cuando se produce un cambio importante en la estructura familiar, todos los miembros tienen que hacer su propio proceso de adaptación y está claro que los niños no tienen los mismos recursos que los adultos (al tener menos experiencia vital). Por tanto, el niño también necesita su tiempo para adaptarse a la nueva realidad familiar. Los celos también son un sentimiento natural a través del que el niño muestra el miedo que siente a dejar de sentir atención y quedar en un segundo plano.
Por tanto, expresar un sentimiento es un gesto de inteligencia emocional que propicia el conocimiento mutuo. El niño no tiene la capacidad de expresar que está celoso pero sí tiene la capacidad de mostrarlo. Los celos refuerzan el egoísmo y la vanidad. Pero además, también cambian el carácter personal porque el niño no puede controlar sus celos sino que es víctima de éstos.
Pistas que da el hermano mayor cuando se siente desplazado
Existen distintos síntomas que pueden mostrar los celos del hermano mayor hacia el nuevo miembro del hogar. Por ejemplo, el niño puede mostrar una rivalidad hacia éste a través de frases del tipo “yo no quiero tener un hermanito”. También es posible que el niño muestre algún tipo de agresividad hacia el bebé.
Además, como una llamada de atención, el niño también puede adoptar actitudes infantiles que ya había superado. Por ejemplo, puede querer volver a utilizar el chupete. O también, puede asimilar el uso de un lenguaje más aniñado. Por otra parte, el niño también puede negarse a dormir solo.
El niño también puede mostrar una actitud rebelde hacia los padres y desobedecer con mucha frecuencia sus indicaciones. Además, el niño también puede mostrarse hipersensible al punto de llorar sin una causa lógica y aparente. A través del llanto, el niño expresa su malestar interno.
Los celos como sentimiento interior también pueden producir malestar físico en el niño que sufre el síndrome del príncipe destronado. Puesto que el sentimiento se somatiza y produce una huella a nivel corporal. Por ejemplo, el niño puede sufrir dolor de tripa.
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Cómo ayudar al niño a superar los celos
Es muy importante que en la familia, no solo se cultiven los planes de grupo en los que todos los miembros interactúen entre sí, sino que también es esencial que de una forma independiente, el padre y la madre compartan espacios con cada hijo y se creen espacios más personales.
Una actitud que conviene evitar es la de castigar al niño por este tema. Tampoco es adecuado mostrar enfado ante su actitud puesto que como adultos, lo adecuado es comprender al niño y sentir empatía hacia él. Durante el embarazo, es positivo hablar al niño sobre la llegada de un nuevo hermanito, sin embargo, no conviene convertir el tema en un asunto recurrente porque en caso de hacerlo podría aburrirse.
Es fundamental evitar las comparaciones entre los hermanos. Este tipo de actitudes refuerzan la inseguridad personal. Además, también es esencial reforzar al niño en su autoestima a través de mensajes de afecto, por ejemplo, “te quiero”. Además, refuerza al niño en sus actitudes positivas e intenta ignorar sus llamadas de atención para que se dé cuenta de que no despierta interés con esas actitudes.
Es habitual que cuando llega un nuevo miembro a la familia, los familiares centren su atención en el bebé. Sin embargo, conviene indicar a los amigos y familiares que en sus visitas presten más atención al hermano mayor. En definitiva, es aconsejable pedir la cooperación del entorno más cercano y arropar al niño. Por ejemplo, es un gesto positivo que aquellos que llevan un regalo para el bebé, tengan también alguna pequeña sorpresa para el hermano mayor.
Es gratificante pedir opinión al niño para integrarle en los posibles cambios que se vayan a producir en la rutina familiar. Por ejemplo, puedes pedirle su opinión sobre algunos detalles de la decoración de la habitación del bebé. Confía en tu propia intuición, habla al niño con mucho cariño y toma el tiempo como un recurso esencial para todos. Es decir, no solo para el niño sino también, para los padres que como adultos, también necesitan su propio proceso para asimilar todos los cambios.
Lo que no se debe hacer en este tipo de casos
Es recomendable que, en la medida de lo posible, la rutina cotidiana del hermano mayor sea la misma y no experimente un cambio sustancial. De este modo, el hermano mayor notará que el hermano menor no es una amenaza. Por ejemplo, conviene continuar con la rutina de leer un cuento al niño antes de acostarse. Del mismo modo, también es muy pedagógico seguir compartiendo tiempo de juegos con el peque.
Además, es muy importante no etiquetar al niño a partir de sus actitudes. Por ejemplo, no se le debe de decir que es un envidioso. Es esencial diferenciar entre las acciones y la persona en sí misma.
Refuerza el rol del hermano mayor, por ejemplo, puedes reforzar al niño explicándole que su papel es muy importante en el cuidado del hermano menor.
La propia experiencia personal también es muy propicia para reforzar la empatía con el niño. En ese caso, los padres pueden recordar su infancia con el fin de reforzar la empatía con sus hijos.
Ya que la llegada de un nuevo hermanito es un cambio muy importante para el niño mayor, en la medida de lo posible, es adecuado posponer otros cambios que pueden esperar.
Vía | Fundación Belén