Todas estas preguntas que se hacen las parejas cuando les ronda la idea de ser padres, siempre se pueden mejorar, es decir, nunca se deja de madurar psicológicamente y siempre se puede tener más dinero, siempre se puede planear más y mejor… pero son muchas las que, con estos interrogantes a medio responder, se lanzan porque así lo sienten.
Decidir ser padres sin todos los interrogantes resueltos no significa que quienes lo hacen no lo hayan pensado detenidamente, sino que les ha compensado la elección, y han decidido empezar la aventura.
¿Qué debemos pensar antes de ser padres?
Tener un bebé es una experiencia única en la vida que conlleva una cascada de emociones. Es un cambio psicológico, emocional, social, económico, laboral y, por supuesto, familiar; por lo tanto influye en todas las esferas en que se mueve un individuo. Por esto, la decisión merece la pena ser pensada y planificada, sin dejar de lado la ilusión y el amor con el que se hace.
La experiencia de la maternidad/paternidad sin amor no tiene sentido, ya que ser padres significa dar y compartir vida, y sin amor sería simple procreación.
En la decisión de ser padres debería haber un equilibrio entre la serenidad de la razón y la espontaneidad que da la alegría y la ilusión. Esto es lo que hará de ser padres una maravillosa experiencia.
Ser padre o madre es una gran ilusión y alegría, si es un acto planificado o bien recibido. Una felicidad inmensa que en algunos casos viene acompañada de un sentimiento de gran responsabilidad e incluso temeridad ante el cambio. Sin duda, es un giro bastante radical en nuestro proyecto de vida, en nuestras expectativas y en nuestro ritmo en general y, por ende, conlleva su tiempo adaptarse a la nueva situación, a la nueva llegada.
¿Qué es el instinto maternal? ¿Y el paternal?
Es común escuchar hablar sobre el instinto maternal, pero ¿qué es realmente? ¿Surge por arte de magia o intervienen un maremágnun de variables fisiológicas como una cascada de hormonas o influencias sociales y/o culturales? Y los hombres, ¿también tienen instinto paternal? ¿En qué se diferencia del de la mujer? ¿Por qué hay personas que lo desarrollan antes que otras o, incluso, no lo desarrollan en la vida?
Algunas personas han decidido llamar a la decisión de ser madres “instinto”, como si de algo irracional se tratase. Un cambio de perspectiva que se despierta en las féminas de la noche a la mañana y que trastoca todas las áreas de su vida, sin apenas darle tiempo a la razón a actuar. En verdad creo que el instinto maternal existe, pero no en estos términos.
El instinto maternal viene acompañado de una clara influencia sociocultural y de la experiencia de la propia persona. Es decir, que no se trata de un impulso irrefrenable que no se sabe cuando va a venir y que ciega por completo a las personas, haciéndoles tomar decisiones precipitadas; sino de una llamada de la madre naturaleza que hace plantearse la situación de ser madre como algo especialmente atrayente y que se percibe como posibilidad cercana por la que merece la pena apostar. Despierta los sentidos de las mujeres, enfocándolos a la realización de su maternidad.
¿Y qué lugar ocupa el hombre en toda esta explosión de sentimientos?
Sin duda, el instinto paternal es distinto al maternal, pero no por ello deja de existir o es menos importante. Los hombres también sienten una motivación muy grande de ser padres, aunque el apego por los hijos es distinto al que desarrollan las mujeres, por aspectos puramente fisiológicos y, por ende, su repercusión psicológica y emocional también se vive de forma diferente.
Los padres necesitan otro tipo de preparación, ya que no tienen el entrenamiento del embarazo. Ellos sienten al bebé y esperan su llegada desde un punto de vista distinto y, cuando ha nacido, es cuando empieza su verdadero entrenamiento. Un padre implicado en el cuidado del bebé conectará con su instinto paternal más que un padre que permanece periférico a los cuidados de la madre y del hijo. Por ejemplo, estando presente en los momentos de alimentación como la lactancia y ayudando a la madre a fomentar su comodidad y felicidad está alimentando la felicidad de su hijo y esto es muy motivador para un varón que siente que está contribuyendo positivamente al desarrollo de su bebé.
¿Cuándo surge este sentimiento o instinto?
No se puede generalizar sobre cuándo surge en las mujeres el sentimiento de querer tener un bebé.
La experiencia nos dice que depende de cada persona; hay algunas mujeres que, ya desde la adolescencia, tienen este sentimiento o incluso, de pequeñas, hay niñas que muestran ser unas madrazas innatas…
Por el contrario, otras mujeres, hasta bien entrada la cuarentena, no lo sienten. No hay normas, no hay reglas, lo que si es cierto es que las mujeres perciben este instinto como inconfundible.
Llega la gran noticia
¿Cuándo se siente la emoción de ser madre? No hay un momento concreto, pero con la simple idea de un retraso en la regla o de un test de embarazo positivo ya empiezan a cambiar mucho las cosas.
El momento en que os confirman que vais a ser padres, sin duda, marcará el resto de vuestras vidas. Las reacciones ante el descubrimiento son tan amplias como personas hay en el mundo: desde una alegría inmensa a un miedo intenso; pero algo que es común es la sensación de sentir un “vuelco al corazón”.
La adaptación psicológica
El periodo gestacional es una etapa de adaptación psicológica, tanto de la futura mamá como del papá, que se divide en trimestres. El primero es de adaptación a la idea: aún no es evidente el embarazo y se vive en la incertidumbre, además puede surgir el pensamiento de no hacerse demasiadas ilusiones, por el riesgo de no éxito en estos tres meses de embarazo.
El segundo trimestre es el de la fase “luna de miel”, ya que psicológicamente se ha pasado la barrera de la adaptación, el embarazo sigue adelante y la mayoría de las molestias ha remitido o mejorado. La conexión con el bebé es más fuerte, y psicológicamente la mujer está más preparada. Por su parte, el hombre puede notar ya al bebé, puede observar la evidencia del embarazo y está en un momento de disfrutar enormemente con su mujer.
En el tercer trimestre surge en ambos padres la necesidad de ver ya a su hijo, pero temen el momento del parto, sobre todo si nunca han vivido la experiencia.
El parto y la llegada del bebé, sin duda, marcan el punto de inflexión. La mamá por fin puede sentir a su pequeño en sus brazos y reconocerlo con la vista y el olfato. El padre finalmente tiene un contacto físico con su hijo, que se transforma en emocional. Es el verdadero proceso en el que el padre se vincula a su hijo.
En el día a día y con los cambios evolutivos del bebé es donde se produce el crecimiento como padres.
Fotos | J.K. Califf; J.K. Califf; Nate;