¿Qué son las hormonas? Son sustancias químicas producidas por las glándulas endocrinas y que se mueven por el cuerpo a través de la corriente sanguínea. Controlan muchos procesos biológicos, incluyendo el crecimiento muscular, el ritmo cardíaco, el hambre y el ciclo menstrual. Y desde el mismo instante en que te quedas embarazada empiezan a actuar. Así, harán crecer tu útero, se encargarán de que tu organismo almacene grasas, incremente su metabolismo y produzca leche e incluso protegerán al bebé. Sin ellas la gestación no sería posible. Pero también son las responsables de que ahora estés más sensible y del vaivén de tus emociones.
Las hormonas directamente responsables de la gestación, producidas por la placenta, son la gonadotropina coriónica humana (hCG), la progesterona, los estrógenos y el lactógeno placentario.
La hCG, o gonadotropina coriónica humana, se empieza a segregar en el momento de la concepción y es la hormona que detectan los test de embarazo. Si en tu orina hay presencia de la hCG, con toda seguridad, estás embarazada. Su función es preservar el embarazo, impidiendo que el organismo rechace el embrión.
Los niveles de hCG en la sangre y en la orina de la mujer embarazada aumentan de forma drástica durante el primer trimestre del embarazo. Las náuseas y los vómitos de los primeros meses de embarazo están relacionados con su presencia. Además, es la causante del sueño y el cansancio durante esta primera etapa. El cuerpo empieza a cambiar y, para ello, necesita guardar energía. Esta es la explicación de que aumente la somnolencia y la futura mamá se sienta floja y con pocas energías.
La progesterona, primero emitida por el cuerpo lúteo y luego por la placenta, es la encargada de preparar el útero para la gestación. En concreto, lo que hace es engrosar el endometrio para que pueda implantarse el embrión. Unos niveles adecuados de progesterona son esenciales para logar un embarazo, ya que si están por debajo de lo normal, el endometrio no será capaz de adherir al óvulo fecundado y no se llegará a producir la concepción. De ahí que, en ciertos casos en los que los niveles de progesterona no son los adecuados, el ginecólogo receta el principio activo de esta hormona. La finalidad de este medicamento es favorecer la concepción, evitar abortos espontáneos y partos prematuros.
Los estrógenos son las hormonas de las características sexuales femeninas, así que tu cuerpo siempre las produce. Durante la gestación tienen una gran importancia pues están presentes durante todo el proceso para estimular el crecimiento del útero y así este se adapta al crecimiento del niño. Además, favorecen el aumento de la producción de leche materna y el volumen del pecho.
El lactógeno placentario, es una hormona producida por la placenta que empieza a actuar en las primeras semanas de la gestación y está presente hasta el final. Estimula el crecimiento fetal, ayudando en la alimentación del bebé y ayuda también a regular los niveles en sangre de glucosa. También prepara las glándulas maternas que producen la leche.
Otras señales
Como bien sabes, el embarazo es una aventura de nueve meses, a lo largo de los que tu cuerpo se irá transformando poco a poco para propiciar el desarrollo del bebé en tu útero. Algunos de los cambios que percibirás en tu cuerpo son los siguientes:
- Acné, manchas y estrías. La piel de la futura mamá puede tornarse más grasa y desarrollar acné especialmente en la zona de la frente, nariz y mentón, debido al aumento de los niveles de progesterona. El denominado cloasma gestacional son manchas oscuras que aparecen en la frente, los laterales de las mejillas y la zona superior de la boca, producto de las alteraciones en los niveles de la melanina. Las estrías suelen brotar como consecuencia del estiramiento de la epidermis, las fibras de colágeno tienen menor elasticidad y se rompen, dejando una cicatriz en forma de línea. Aparecen especialmente en el abdomen, los senos, la cadera y los glúteos. Las mujeres que aumentan de peso rápidamente o aquellas que tendrán un parto múltiple tienen más posibilidades de sufrir más estrías.
- Oscurecimiento. Las alteraciones hormonales también se hacen evidentes al incrementar el pigmento de las areolas, línea alba (va desde el ombligo hasta el pubis), del área genital, axilas, lunares y de la cara interior de los muslos.
- Uñas. En algunas mujeres se fortalecen y crecen más rápido. Mientras que en otras, se pueden volver quebradizas o blandas. Todo esto, también por los cambios hormonales.
- El cabello. Debido a la acción de las hormonas notarás cambios en tu pelo. Puede que lo notes más brillante o más graso. Después del parto es frecuente sufrir una caída importante de pelo, que luego se recupera.
- El olfato y el gusto más sensibles. Las hormonas alteran tus sentidos hasta convertirlos en auténticos radares. Olores en los que antes ni reparabas, ahora te resultan desagradables o al revés.
- Incremento de la temperatura corporal. Causado por la progesterona, este cambio se produce al inicio del embarazo.
- Aumento del volumen y de la sensibilidad mamaria. Desde los primeros días notarás que tus pechos están muy sensibles debido al embarazo. Además, y como consecuencia de la acción de los estrógenos, hasta el segundo trimestre tus mamas irán aumentando de tamaño. Y en el tercer trimestre puede que tengas pequeñas secreciones de calostro (precursor de la leche materna).
El tiovivo emocional
Lo cierto es que el baile hormonal que se produce durante la gestación va a condicionar también tu estado de ánimo. La principal señal que indica que las hormonas nos están afectando son cambios de humor agudos y por olas. Es decir, pasar de estar muy triste, sentir que nos afecta todo en exceso y que lo que pasa a nuestro alrededor es horrible a sentirse invencible y eufórica y con ganas de cambiar el mundo y poder con todo.
Para afrontar estos picos emocionales es aconsejable compartir esas emociones y sentimientos, si es posible con otras mujeres, ya que el intercambio de experiencias ayuda a no sentirse rara y a normalizar estas situaciones. Además, es positivo desarrollar actividades placenteras y cuidarse, llevando una vida saludable. Y cuando sintamos esas olas emocionales, procurad darle la importancia justa, ya que son episodios transitorios.
Tras el parto
La influencia de las hormonas no acaba con el parto, ya que después la mayoría de las mujeres suelen experimentar un estado de aflicción y decaimiento. Es la denominada tristeza puerperal o baby blues. Los cambios más drásticos se producen durante la llamada cuarentena, los dos meses posteriores al parto. Durante el embarazo, los niveles estrógenos se incrementan y esto hace que nos encontremos más animadas. Sin embargo, cuando el bebé nace, se produce una fuerte bajada de estrógenos lo que provoca que la mujer sienta tristeza, angustia y vulnerabilidad.
El shock de convertirse en madre, el cambio de relación con los demás, el sentimiento de falta de apoyo por parte de la pareja o su círculo familiar, la experiencia de un parto complicado, la existencia de problemas económicos o laborales son algunos de los factores que inciden en la depresión posparto. Pasados unos meses, las hormonas se estabilizan y la mujer se irá encontrando cada día mejor y podrá disfrutar de su bebé plenamente.
Si estás inmersa en la aventura del embarazo, ya sabes que a lo largo de los meses tu estado de ánimo viajará de la alegría a la tristeza como si estuvieras en una montaña rusa. No te desesperes, las hormonas están haciendo su trabajo. Déjate mimar por los que te quieren y cuando te encuentres bien, da paseos al sol, comparte momentos íntimos con tu pareja y disfruta de las sensaciones que te transmite tu bebé desde el útero.
Fotos | Sr. Jesus; Manuel; Daniel Lobo; Xisco Bibiloni