Todo gran reto relacionado con los niños se inicia desde la infancia y desde el trabajo coordinado de familias y docentes. Ha habido mucho debate sobre cuáles son los límites de familia y la escuela; expertos en la materia han puesto mucho énfasis en que la enseñanza es papel de la escuela y la educación es papel de la familia.
Un camino donde familia y escuela caminan juntas por senderos paralelos, aunque diferentes, y cogidas de la mano, en donde se trasvasen ciertas competencias en momentos determinados de un contexto a otro, según las necesidades del niño en los diferentes procesos de desarrollo.
Los pilares de la enseñanza y educación
Estos son algunos de los aspectos prácticos y líneas base importantes a la hora de afrontar el objetivo de enseñar y educar:
- La prioridad en cualquier contexto (clase, patio, casa de los padres, casa de los abuelos…) es el niño. Eso no quiere decir que se haga lo que el niño quiera, sino que se valore realmente qué puede provocar un mejor desarrollo a medio y largo plazo (por ejemplo: el niño puede querer estar dos horas más en el parque, y además el trabajo psicomotriz es positivo, pero si esto se convirtiese en una rutina se podría atrasar mucho su hora de cenar, de juego, y de sueño, lo que provocaría un peor desarrollo y aprendizaje al día siguiente en la escuela…).
- El esfuerzo es un concepto clave en la enseñanza y en la educación. Cuando un niño empieza a asumir que es parte activa de las situaciones que vive se siente más seguro, y puede afrontar de manera más saludable nuevas y diferentes enseñanzas. A su vez, el esfuerzo conlleva en sí el valor de la constancia que es fundamental para el crecimiento como personas dentro de la relación social con nuestros seres queridos.
- La “amistad con el error”, o la aceptación de que equivocarnos es una cosa normal en todas las personas (por ejemplo: papá ahora ha dicho una palabrota y por eso te va a pedir disculpas y va a esforzarse por hacerlo bien en el futuro, así podremos seguir haciendo cosas juntos y disfrutando; a veces esto mismo te pasará a ti y hay que aceptarlo y seguir creciendo como personas…). Los niños que asumen que el error forma parte del aprendizaje tienen una visión de la vida más saludable y sienten menores temores y ansiedad ante nuevos aprendizajes y relaciones.
- Tomar decisiones nos enseña en la vida y en la escuela: en ocasiones, posiblemente derivado del tipo de enseñanza y educación que hayamos recibido, tenemos la tendencia de querer inculcar todo a los niños, cuando no es cuestión de llenar sus cerebros de conocimiento, sino de implicarlos a la hora de decidir en las actividades y contextos donde se desarrollan. En la escuela podemos fomentar la elección de los niños en proyectos, formas de trabajo… mientras que en el ámbito familiar decidir sobre cómo actuar, independientemente de que el resultado haya dado pie a conseguir el objetivo inicial o a no conseguirlo, provoca un proceso de desarrollo y crecimiento mayor que si decidimos que tienen y no tienen que hacer.
- Descubrir, aprender y desarrollarse como persona puede hacerse desde una vertiente lúdica. Si pensamos en nosotros como adultos y nos hacemos la pregunta: ¿nos gusta divertirnos? La mayoría contestará afirmativamente. Entonces, si es uno de nuestros objetivos, y explorar y conocer siempre nos ha fascinado, la pregunta es obvia: ¿por qué no hacer que la enseñanza y el crecimiento personal vayan unidos del aspecto lúdico? Por ejemplo, relatar aprendizajes en base a historias y representaciones, explicar valores mediante ejemplos prácticos en la naturaleza mientras se observan animales…
- Las diferencias individuales nos hacen crecer personalmente y aprender. Cuando compartimos dentro o fuera de la escuela experiencias y enseñanzas con diferentes culturas, nacionalidades, personas con distintas capacidades… tenemos la oportunidad de crecer y potencias una visión más amplia de la realidad. Ver en una escuela o en una reunión de amigos esa diversidad nos brinda una oportunidad de conocer diferentes formas de actuar ante situaciones del día a día, conocimientos relevantes de diferentes culturas y situaciones sociales…
- Yo creo, tu creas, nosotros creamos, todos crecemos. El papel de la creatividad en la educación y la enseñanza es fundamental para plantearse siempre diferentes puntos de vista de las cosas y las relaciones humanas. Si enseñamos al niño a ver un dibujo inacabado y fomentar que invente posibles finales para el mismo, o si enseñamos a crear personajes inventados en un cuento, estamos enseñando a fomentar dicha creatividad en su proceso de enseñanza y aprendizaje. Del mismo modo, si ante una situación conflictiva con el hermano en casa, escribimos y dibujamos en una pizarra formas diferentes de haber actuado estamos desarrollando la creatividad y la amplitud de miras en la gestión social y emocional.
- La acción coordinada como herramienta de desarrollo: es imprescindible que la relación entre escuela y familia sea abierta y sincera. La disparidad dentro de la misma familia o entre escuela y familia es caldo de cultivo para que el niño pueda aprovecharse de forma negativa. Esto no quiere decir que todos tengan la misma responsabilidad en las mismas áreas, ya que la educación recae más sobre la familia y la enseñanza más sobre la escuela, sino que en aspectos comunes del trato y la importancia de determinados aspectos del desarrollo del niño, sea en el ámbito de la enseñanza o de los valores, exista una coordinación positiva.
- Dar importancia a aspectos que están fuera del currículo académico. Este concepto engloba a todos los contextos del niño, y se refiere a la necesidad de priorizar aspectos que tradicionalmente al no ser valorados por una nota no se han tenido en cuenta. Esta visión enlazaría con el concepto de que el crecimiento y desarrollo proviene de inteligencias que muchas veces son poco valoradas o no son valoradas en una nota (capacidad artística, la resolución de problemas en un grupo de amigos, empatía…).
- Potenciar la verdad: este valor es otro de los aspectos trasversales a todos los contextos del niño, muchas veces sesgado por el miedo al error o relacionado con el hecho de evitar de las normas del adulto, sea familiar o escolar. La verdad es un aspecto mucho más definido y al que si todos nos dirigimos es más fácil resolver situaciones, mientras que la mentira acaba siendo un cajón desastre donde acabamos jugando con diferentes reglas con las repercusiones negativas que puede provocar en el niño y en la sociedad donde se desenvuelve.
Uno de los retos para el desarrollo y crecimiento de los más pequeños es crear un modelo global que no se centre únicamente en facilitar el conocimiento a los niños (enseñanza), sino que asuma unos valores donde la relación humana y la convivencia ocupen un papel prioritario (educación).
Fotos | waynewhuang; U.S. Army; City Year