En la recta final del embarazo es cuando más cambios físicos se dan. El bebé gana mucho peso y la tripa crece casi cada día. En su expansión, el útero comprime y desplaza algunos órganos, por lo que pueden aparecer molestias como acidez, dificultad para respirar, micción frecuente, extreñimiento, hemorroides, varices…
También pueden formarse edemas (inflamación) en los tobillos y las manos a causa de la retención de líquidos.
Además, es posible que aparezca dolor en la espalda. El crecimiento del abdomen altera el centro de gravedad y obliga a la mujer a arquearse hacia atrás, forzando la musculatura lumbar para mantener el equilibrio.
Cuando el bebé se encaja en la pelvis (puede hacerlo en las cuatro semanas previas al parto o incluso al comienzo de este), mamá suele encontrarse más cómoda porque la tripa baja y disminuye la tensión sobre el tórax y el estómago. Sin embargo, quizá necesite orinar más a menudo por la presión que ejerce la cabeza del niño sobre la vejiga. Los senos ya están casi preparados para amamantar al bebé. Algunas mujeres tienen pequeñas pérdidas de leche. No hay que asustarse, son normales.
En este periodo es habitual notar contracciones. En caso de que no remitan con el descanso y se manifiestan con una frecuencia regular, conviene consultarlo con la matrona para que compruebe si el cuello del útero ha sufrido alguna modificación (si se ha borrado por la dilatación).
Las visitas médicas permiten prever cómo va a ser el parto y si se puede adelantar. Para ello se mide el tamaño del útero, se la vigila la posición del bebé y se verifica el estado del cuello uterino y la existencia de contracciones.
En esta recta final del embarazo se controla prácticamente todo, pero muy especialmente el peso de la madre y la tensión arterial para poder evitar así la preeclampsia, un cuadro patológico grave por hipertensión debida al embarazo. Las continuas visitas al especialista confirman que todo va bien y dan seguridad a la madre.
Durante las semanas 34ª a 36ª puede ser la última ecografía. Permite evaluar el estado del niño y la placenta y ayuda a valorar cómo será el parto. Se piden las pruebas de coagulación para saber si se podrá usar la epidural.
Hacia la semana 36ª se hace una citología para descartar la existencia de gérmenes en la vagina de la madre que puedan infectar al niño al atravesar el canal del parto.
Hacia la semana 40ª los controles se vuelven más frecuentes. La monitorización que se le hace a la futura madre permite saber el pulso fetal y si hay contracciones. Si el embarazo dura más de 40 semanas, se vigila casi diariamente el bienestar del feto, ya que la placenta podría dejar de alimentarle correctamente. En ese caso, se podría provocar el parto.
Con el avance del embarazo, muchas de las actividades cotidianas resultan agotadoras. Contra el cansancio y la pesadez de las piernas, va bien mantener los pies unos minutos en agua fría o alternar duchas frías y calientes.
No conviene que la embarazada permanezca mucho tiempo de pie, quieta, sin un punto de apoyo, porque tenderá a arquearse hacia atrás. Si se apoya en una pared, debe hacerlo con la parte inferior de la espalda, no con la superior. Y si no hay apoyo, lo mejor es moverse constantemente, aunque solo sea unos pasos, o cambiar el peso de una pierna a otra.
En cualquier caso, hay que evitar estar de pie durante mucho tiempo, y procurar mantener las piernas elevadas cuando se esté sentada. No es necesario ponerlas en posición horizontal, con formar un ángulo de 30 grados con el suelo es suficiente.
Aunque la futura madre se sienta torpe y cansada, debe practicar ejercicio con regularidad(conviene dar a diario un paseo de media hora como mínimo) y, si aún no lo ha hecho, iniciar lasclases de preparación al parto.
A partir de la semana 34ª se recomienda no viajar; si se hace, conviene pedir antes consejo médico. Y, muy importante: aunque el trayecto sea corto, es aconsejable llevar los datos clínicos del embarazo, por si fuera necesario acudir a otro especialista en el lugar de destino.
En este periodo hay que tener especial cuidado con las comidas, pues se cogen kilos más fácilmente. Tengamos en cuenta que es el bebé el que debe ganar mucho peso, no la futura madre.
Para prevenir la acidez, los médicos aconsejan hacer comidas frecuentes, prescindir de alimentos picantes y también de frituras, evitar tumbarse justo después de comer y dormir semisentada con ayuda de cojines.
Aunque la tripa parezca inmensa, hay que lucirla con alegría y orgullo. Hoy en día se puede encontrar ropa cómoda y muy favorecedora. Conviene renunciar a los zapatos de tacón, que pueden dificultar el equilibrio, y a las botas, que comprimen la pantorrilla y podrían hinchar las piernas y los pies.
A estas alturas del embarazo, encontrar una buena postura en la cama es realmente complicado. Dormir sobre el vientre es prácticamente imposible y, además, no es nada recomendable, y tumbarse boca arriba suele provocar una sensación de malestar y ahogo. Lo ideal es que la mujer se tumbe de lado, mejor sobre el costado izquierdo, para evitar ejercer presión sobre la vena cava. Para estar más cómoda, se puede colocar una almohada debajo de la rodilla derecha.
Mamá está más sensible que nunca. Los temores y las dudas sobre la salud del bebé y la responsabilidad que se avecina le asaltan en esta última etapa del embarazo.
Por un lado le asusta el dolor del parto, por otro teme no estar a la altura. Estas inquietudes son normales porque las situaciones desconocidas generan angustia. La información elimina muchos miedos. Los consejos de la matrona en este periodo son vitales para afrontar la llegada del bebé con tranquilidad. Igualmente, la comunicación fluida con la pareja ayuda a aceptar y superar todos esos temores.
Para el padre también comienza la cuenta atrás. Debe participar activamente en los preparativos en casa, organizar todo por si hay que salir corriendo hacia la maternidad y, por supuesto, prepararse psicológicamente para ayudar a su pareja en el parto. Es normal que también se encuentre más sensible. Con el fin de aliviar las tensiones, la pareja puede hacer ejercicios de relajación y darse masajes mutuamente.
Las relaciones sexuales suelen disminuir en este periodo porque a la mujer le baja la libido y, además, porque tanto ella como su pareja suelen tener miedo de provocar el parto. Sin embargo,salvo contraindicación médica, el sexo ayuda a liberar ansiedades y mejora la elasticidad y flexibilidad de los músculos del periné. Los especialistas lo dejan claro: se puede hacer el amor mientras no se presenten contracciones.
La ansiedad de la cuenta atrás produce a menudo unas ganas irresistibles de ordenar, limpiar, colocar y preparar toda la casa. Es el llamado ‘síndrome del nido’. Pero, ¡hay que refrenar esos impulsos! No es el momento de darse una paliza; hay que reservar fuerzas y cuidarse mucho. Pero a medida que el nacimiento se acerca, hay que pensar en hacer un hueco en casa al niño.
- Conviene preparar el cuarto del bebé, que debe ser agradable para él y cómodo para los padres. Es posible que haya que poner más estanterías y cambiar la distribución de algunos muebles.
- Es mejor comprar solo las prendas imprescindibles para los primeros días. No sabemos qué tamaño va a tener el niño y es más que probable que las visitas nos regalen ropa.
Ahora ya solo queda esperar y disfrutar los últimos días pensando en lo poco que queda para ¡por fin! ver la carita del bebé. Es importante que esa impaciencia de la recta final se viva con ilusión y la mayor tranquilidad posible.
Fotos | sari_dennise; Brian Wolfe; Tacoma Cartoonist; Olivier Huard