No siempre tenemos la posibilidad de mandar a nuestros peques a campamentos de verano para que disfruten con compañeros de su edad, pero es no quita que no les hagamos la temporada estival lo más amena posible. En esta ocasión nos vamos a centrar en la posibilidad de dejarlos con los abuelos o a cargo de una cuidadora.
Con los abuelos: en buenas manos
Sigue siendo una alternativa a la que los padres recurren con frecuencia, ya que además de la seguridad y tranquilidad que ofrece, supone la opción más económica. Según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, un 36% de los abuelos españoles cuida a diario a sus nietos y un 17% más lo hace durante las vacaciones.
La idoneidad de esta opción depende de si el niño tiene contacto habitual (y, por tanto, confianza) con los abuelos o si solo les ve de forma esporádica (porque viven en otra localidad, por ejemplo). En este último caso, sería conveniente hacer algún “ensayo” los fines de semana previos, para que el pequeño se vaya acostumbrando al nuevo entorno y no se sienta entre extraños. Otros dos aspectos importantes a valorar son la edad del niño y las condiciones físicas en las que se encuentren los abuelos.
A tener en cuenta:
Es muy importante la flexibilidad. Nunca hay que perder de vista que el niño está de vacaciones y que el ritmo y las reglas que se aplican durante el año deben relajarse. En este sentido, el diálogo con los abuelos es fundamental para indicarles unas cuantas pautas que eviten que el niño se desmadre, pero dándoles libertad.
Es recomendable organizar con el niño las jornadas que va a pasar con los abuelos: darles un libro para leer, un cuaderno y pinturas para dibujar, un puzle… Así los abuelos no tendrán que romperse la cabeza pensando en cómo mantener distraído al niño en todo momento y dispondrán de algo de tiempo libre para seguir con sus obligaciones habituales.
Además, si la casa de los abuelos está en una localidad distinta, una buena idea es suscitar al niño interés por esa población, contándole historias y anécdotas e, incluso, rodeándolas de un halo de aventura, para hacerle más atractiva la perspectiva de pasar un tiempo fuera de su entorno habitual y animarle a sacar todo el partido a la experiencia.
Que el niño se quede con los abuelos no implica que estos tengan que “esclavizarse”, sobre todo si el niño ya no es un bebé. Hay que conseguir programar las jornadas de tal forma que los abuelos no se saturen y los niños estén entretenidos, y en este sentido, los talleres, campamentos urbanos, ludotecas, actividades para niños organizadas por asociaciones y centros culturales y otras iniciativas por el estilo suponen un excelente recurso.
Con una cuidadora en su entorno habitual
Muchos padres optan por contratar a una persona (normalmente a un estudiante, por ser una de las opciones más económicas) que se haga cargo de los niños durante las horas que ellos se van a trabajar. Por supuesto, lo recomendable es que se trate de una persona de confianza o de la que se tengan buenas referencias. De lo contrario, esta solución puede generar cierta intranquilidad.
A tener en cuenta:
Lo ideal sería elegir a una persona con formación y experiencia en niños de la edad del nuestro, preferentemente un educador o monitor de tiempo libre, para que pueda no solo cuidar del niño sino también entretenerlo el mayor tiempo posible con actividades y juegos educativos.
Una buena opción es ponerse de acuerdo con otras mamás y contratar entre todas a un profesional, pues no solo es más divertido para los críos, ya que se divierten en grupo, sino que resulta más económico.
Para evitar que el “cuidado” consista en tener al niño sentado delante del televisor y jugando videojuegos durante horas, es importante elaborar a la persona que se va a hacer cargo del niño un plan con el horario y las actividades que se quiere que se realice, pautándole la jornada y, en la medida de lo posible, reduciendo al mínimo la tele o el uso del ordenador y la tableta.
Es muy importante estar siempre localizable para que la cuidadora pueda comunicar a los padres cualquier problema o duda que surja.
También es deseable que alguien de confianza (vecina, amiga, pariente) supervise de vez en cuando la situación, haciendo visitas a la casa o llamando por teléfono.
Fotos | David; Jean Tessier