La varicela es una enfermedad infecciosa que produce una erupción característica. La causa es el virus varicela-zóster, llamado así porque también es el causante del herpes zóster.
El periodo de contagio comienza desde la iniciación del período prodrómico hasta una semana después de la aparición de las primeras vesículas. El contagio se produce, fundamentalmente, de modo directo por las gotitas expectoradas (de Pflügge de los enfermos).
A pesar de la labilidad del virus, es una enfermedad altamente contagiosa. Existe la posibilidad también de contagio a nivel trasplacentario durante el parto, motivando varicela congénita en el recién nacido. La receptividad es prácticamente universal y casi siempre se padece durante la edad pediátrica.
¿Cuándo aparece?
La máxima incidencia se da en las etapas preescolar y escolar, con frecuentes brotes en escuelas y guarderías. En los lactantes la frecuencia es menor, aunque puede aparecer desde las primeras semanas de vida.
La inmunidad dura toda la vida, pero el virus queda latente en los ganglios espinales sensitivos de manera permanente. Una disminución de la inmunidad celular puede ocasionar a cualquier edad la reactivación del virus, produciéndose entonces el herpes zóster.
Síntomas característicos
El signo más característico es una erupción en la piel en forma de pequeños granos que en poco tiempo se convierten en ampollas (vesículas llenas de líquido). La erupción suele empezar por la cara, el tronco y el cuero cabelludo, extendiéndose después por todo el cuerpo. Tras un par de días las ampollas se van transformando en costras. Durante los primeros días aparecen varias oleadas de vesículas, por lo que pueden verse a la vez ampollas y costras. las lesiones suelen producir mucho picor.
Es muy frecuente que haya fiebre desde uno o dos días antes de aparecer la erupción. Otros síntomas frecuentes son dolor de cabeza, malestar general, pérdida de apetito o vómitos.
La varicela se divide en diferentes fases:
- El período de incubación: dura entre 14-16 días como término medio, pero puede durar hasta 21 días.
- El período prodrómico: dura de 1-2 días, y su sintomatología muchas veces pasa desapercibida. Fiebre, sensación de enfermedad e irritabilidad se encuentran algunas veces. También puede aparecer una erupción escarlatiniforme, muy pruriginosa y de intensidad variable. En ocasiones, también existe la conjuntivitis y faringitis. Todos los síntomas del período prodrómico son más evidentes en niños mayores y adolescentes.
- El período exantemático: los síntomas se reducen a exantema, fiebre y prurito. La fiebre puede ser discreta, de 38-38,5 grados centígrados, y a menudo, solo existe el primer día. El prurito es bastante intenso y ocasiona lesiones de rascado. El exantema cursa con varios brotes de elementos que pasan sucesivamente por las fases de mácula, pápula, vesícula y costra. Para las familias, observar la ampolla de la lesión será el signo más evidente. Es habitual que empiece por la cara y cuero cabelludo, para después pasar al tronco. Esta fase suele durar cinco días.
- El período de declinación: dura una semana con la formación de costras que, al caer, dejan una zona pigmentada. En caso de rascado e infección se afecta la capa dérmica y aparecerá una cicatriz.
Posibles complicaciones
Las complicaciones de la varicela, suceden en muy raras ocasiones, pero pueden ser muchas, entre ellas los trastornos respiratorios (laringitis, neumonía) y neurológicos (encefalitis, síndrome de Reye), hepatitis, artritis y trombocitopenia.
Además, la varicela se puede complicar con infecciones cutáneas, que son las complicaciones más frecuentes, incluida la celulitis, en las que predominan las infecciones asociadas al estreptococo.
Dichas complicaciones pueden darse tanto en la convalecencia de la enfermedad como durante la fase aguda y todas ellas pueden ser controladas por el equipo pediátrico con el empleo de diferentes medidas para reducir los síntomas.
La vacuna contra la varicela induce una inmunidad del 90 por ciento de duración probablemente indefinida. Esta es la opción inmunoprevenible más beneficiosa para el niño y consecuentemente, para la población adulta susceptible.
Fotos | henke; German Tenorio; Matt Adams