El embarazo es una etapa en que las futuras madres se preparan para grandes cambios en su vida, a la vez que experimentan algunos cambios en su cuerpo. El aumento de peso, la hinchazón de los tobillos y la aparición de estrías forman parte de esa larga lista de “transformaciones”, a las que cabría añadir también las que se producen en los ojos y la visión.
A lo largo de nueve meses se producen reajustes en el sistema hormonal, el metabolismo, la retención de líquidos y la circulación sanguínea, reajustes que tienen su reflejo en los ojos. La retención de líquidos, por ejemplo, puede hacer que aumenten ligeramente el grosor y la curvatura de la córnea, afectando a la graduación de nuestras gafas o lentes de contacto. Asimismo, los ojos suelen estar secos e irritados, lo que se traduce en una cierta incomodidad.
El embarazo también puede afectar a condiciones oculares ya existentes, como la retinopatía diabética y el glaucoma. Por ejemplo, en el caso de padecer miopía alta, es decir, mas de seis dioptrías, el embarazo aumenta el riesgo de sufrir un desgarro que conduzca a un desprendimiento de retina. Si al examinar el fondo de ojo al final de la gestación, el oftalmólogo comprueba que está en buen estado, se podrá intentar un parto vaginal. En caso contrario, se suele optar por la cesárea.
De todos modos, la mayoría de los cambios experimentados durante la gestación son leves y, además, temporales, por lo que desaparecen a los pocos meses de dar a luz.
Posibles alteraciones de la vista durante el embarazo
- A partir de la semana 32, debido a la retención de líquido en la córnea y el cristalino, puede producirse un aumento de la miopía, lo que se traduce en una visión más borrosa de los objetos distantes. En la mayoría de los casos, estos cambios temporales no requieren el uso de gafas o el aumento de la graduación de las lentes que ya se están utilizando, dado que se revertirán aproximadamente a los dos meses de dar a luz.
- Algunas mujeres embarazadas experimentan incomodidad con las lentes de contacto, incluso si llevan años utilizándolas, como consecuencia de esos leves cambios en la forma de la córnea. Además, la hinchazón de la córnea puede originar edema, lo que incrementa la irritación. Por eso, ante estas molestias, lo recomendable es alternar su uso con el de las gafas. Lógicamente, el periodo de gestación no resulta el momento adecuado para utilizarlas por primera vez.
- Debido a los cambios hormonales, se puede experimentar una mayor sequedad ocular. La calidad y cantidad de la lágrima puede variar de manera sustancial, lo que se traduce en sensación de cuerpo extraño, quemazón, picor o, incluso, lagrimeo excesivo. Si se opta por las gotas para aliviar estos síntomas, conviene hablar con el especialista, porque algunas soluciones pueden contener ingredientes activos no recomendables durante el embarazo.
- La hinchazón alrededor de los ojos es otro síntoma común durante el embarazo. Aunque no supone un problema grave, puede resultar incómodo e interferir con la visión periférica. Incrementar el consumo de agua ayuda a disminuir la retención de fluidos.
Los problemas visuales durante el embarazo, aunque normalmente son temporales y de escasa importancia, pueden ser indicativos de un problema más grave, como la diabetes gestacional o la hipertensión. Por esta razón, conviene acudir al especialista si se experimentan síntomas como:
- Diplopía o visión doble.
- Borrosidad.
- Mayor sensibilidad a la luz.
- Pérdida temporal de visión.
- Presencia de puntos o destellos.
Tanto si la futura mamá padecía diabetes antes del embarazo como si ha desarrollado diabetes gestacional, resulta fundamental acudir a exámenes oculares, especialmente si los niveles de azúcar en sangre no son estables. El embarazo aumenta el riesgo de aparición y desarrollo de la retinopatía diabética, que puede causar borrosidad y, en algunos casos, una pérdida visual significativa.
De todos modos, en aquellas mujeres con retinopatía leve, existe un riesgo mínimo de desarrollar complicaciones que amenacen su visión durante el embarazo. En el caso de una retinopatía más grave, hay posibilidades de que progrese hacia una forma proliferativa, aumentando entonces el riesgo de hemorragías vítreas durante el parto, por lo que a veces se aconseja a recurrir a la cesárea.
Aunque parece sorprendente, el embarazo puede resultar beneficioso para ciertas condiciones oculares. Este es el caso del glaucoma, ya que la presión intraocular desciende durante la gestación, facilitando el control de la enfermedad. Por otra parte, la patología no suele desarrollarse en esta etapa.
También pueden mejorar las enfermedades oculares de carácter inmunológico, como la uveítis, que es la inflamación de la lámina intermedia del ojo que se encuentra entre la esclerótida y la retina, y la epiescleritis, que es la irritación e hinchazón de la epiesclerótica, una delgada membrana de tejido que cubre la esclerótica. Estas mejoras se debe a que, en las mujeres embarazadas, aumentan los niveles de corticoides producidos por el organismo, que actúan como anti-inflamatorios.
Fotos | Alejandro Slocker;