- Para iniciar el flujo de leche para ayudar al bebé a tomar adecuadamente el pecho.
- Cuando, al principio de la lactancia, el bebé es prematuro o está enfermo.
- Para aliviar la ingurgitación (congestión e inflamación de los pechos). También para drenar el pecho en caso de obstrucción, mastitis…
- Para extraer la leche cuando no es posible dar de mamar en una toma determinada. Se puede guardar y dársela al niño en otro momento.
- Para mantener la secreción cuando no es posible dar el pecho.
- Para donarlo a un banco de leche.
- Para extraer y desechar la leche temporalmente mientras se toma un determinado fármaco.
- Para iniciar y establecer la producción de leche en caso de relactación (volver a recuperar la lactancia materna que había sido interrumpida) o lactancia inducida (si la mujer no había amamantado nunca, por ejemplo, en caso de adoptar un bebé).
A pesar de que entre las propiedades de la leche humana está la de retrasar el crecimiento de bacterias, es importante mantener unas normas de higiene como el lavado de manos y de los utensilios que se usan para la extracción, la recolección y el almacenamiento de la leche. La ducha diaria será suficiente para la higiene del pecho, pero, además, es imprescindible que te laves las manos siempre antes de cada extracción.
Respecto a los recipientes para la recogida de la leche, siempre han de estar esterilizados.
En el caso de los extractores, debes tener en cuenta que lo mejor es tener el tuyo propio, para tu uso personal. Si alguien te deja su sacaleches, puede existir el riesgo de que tú o tu bebé os contagiéis de alguna infección, ya que en su interior podrían haber quedado retenidos virus y bacterias de su antigua dueña. Incluso esterilizando el aparato, puede haber zonas donde se “escondan” los gérmenes.
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