La técnica exploratoria requiere experiencia, tranquilidad y temperatura adecuada, ya que el testículo es muy móvil y el músculo cremaster que lo rodea puede esconderlo en el conducto inguinal ante situaciones de frío, traumatismo o el intento de palparlo.
En el 50% de los casos en los que no se palpa el testículo en el escroto, éste se encuentra en el conducto inguinal y la realización de una ecografía confirma esta localización. Si no logramos visualizarlo en esta zona anatómica debemos pensar en una localización abdominal y además de la ecografía puede ser necesaria la realización de una laparoscopia.
La criptorquidia no es solo un problema cosmético o psicológico. La localización de los testículos en el escroto es fundamental para el desarrollo anatómico y funcional de los mismos.
La criptorquidia aumenta la incidencia de cáncer testicular y disminuye su índice de fertilidad. Además, el testículo criptorquídico se puede torsionar con más facilidad que cuando se encuentra en el escroto y en ocasiones se asocia a hernia inguinal.
Por eso, el tratamiento precoz disminuye la posible infertilidad, el cáncer testicular y facilita la exploración del testículo.
El testículo retráctil o en ascensor no requiere tratamiento, solo seguimiento por parte del pediatra, pero la criptorquidia sí requiere tratamiento quirúrgico (orquidopexia) que no suele presentar complicaciones y requiere solo ingreso en unidad de corta estancia.
El éxito de la intervención es mayor cuanto más cercano se encuentre el testículo al escroto. Por ello, si la criptorquidia persiste a los seis meses el niño debe ser valorado por un cirujano pediátrico. Tratando precozmente esta anomalía, siempre antes de los dos años de edad, se previene el riesgo de malignización, la subfertilidad y el resto de complicaciones.
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