El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un problema frecuente en los niños de edad escolar que llega a afectar entre un 5 y un diez por ciento de los escolares. Es más frecuente en niños que en niñas y existen tres pilares que son la base del diagnóstico como la hiperactividad, la dificultad para mantener la atención y la impulsividad.
Estos tres síntomas están presentes en todos los entornos en los que el niño se desenvuelve, sea en casa, en el colegio, etcétera, y son lo bastante severos como para afectar a su desarrollo personal, a su rendimiento académico (a pesar de que pueda tener una buena capacidad) y a sus relaciones con los compañeros o con otros adultos.
El diagnóstico ya se puede realizar a la edad de cinco o seis años y es importante acudir cuanto antes al pediatra o al neuropediatra y al psicólogo infantil, ya que el manejo de estos niños se basa principalmente en intervenciones familiares e individuales que son esenciales para el éxito del trastorno. Al mismo tiempo hay que mantener una comunicación fluida con el centro educativo para compartir con ellos las pautas del manejo.
Existen actualmente diversos fármacos que se reservan para los casos más severos o que no responden adecuadamente a lo anterior. El pronóstico a largo plazo depende, por lo general, de lo temprana que sea la intervención, de la colaboración familiar y del temperamento de base del niño.
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