Las lombrices intestinales (oxiuros), son unos gusanos pequeños de poco grosor y de color blanco, que son más habituales de lo que nos podemos imaginar. No es algo peligroso, pero puede llegar a ser muy molesto. Se suelen acomodar entre el intestino grueso, el recto y la zona anal, aunque también podría desplazarse a la zona de las nalgas o a los genitales, en el caso de las niñas.
El síntoma más evidente es picor en la zona de alrededor del ano, especialmente durante la noche, ya que, suelen empezar a moverse cuando el niño se duerme. También producirá escozor y dermatitis en la zona anal. Todo esto también podía provocar insomnio e irritabilidad en el niño.
Es durante la noche, cuando estos parásitos intestinales, descienden por el recto, hasta el ano, para poner sus huevos. A veces, no es fácil verlos, lo más sencillo será esperar a que el niño lleve dormido un par de horas, para mirarle la zona del ano con una linterna que tenga una luz intensa. También es posible, que las lombrices sean visibles en las deposiciones. Pero, como igual, aún así no se vean, lo mejor es que, si hay sospechas de que el niño tiene lombrices, se acuda al pediatra.
El contagio se puede producir bien por la ingestión de huevos, o bien por inhalación. Lo recomendable para no contagiarse, es mantener una buena higiene, especialmente de las manos (se deben lavar bien las manos siempre antes de ir a comer y después de haber ido al baño), evitando que se chupen las manos, y lavando bien los alimentos antes de dárselos al niño
Un alto porcentaje de niños, tendrá lombrices antes de cumplir los 10 años y, como decíamos, en cuanto se dude de que el niño pueda haberse contagiado, habrá que acudir al pediatra para que le recete el tratamiento oportuno.
Imagen: Brendon Connelly