Es algo muy normal que, un bebé, siente un especial cariño por un objeto en concreto. Son esos, que habitualmente llevan de un lado a otro, y que les sirve, en multitud de ocasiones como consuelo. Una manta, un peluche, un chupete… pueden ser algunos ejemplos muy comunes.
El objeto transicional por regla general, irá con el niño a dónde quiera que vaya, y lo más probable es que lo llegue a buscar en los momentos de desconsuelo, llegándole a tranquilizar y calmar por completo, y también habitualmente lo utilizarán para dormir. Esto ocurre, por la sencilla razón, de que ese objeto le da seguridad, por lo que resultará de ayuda en casos como cuando los bebés tienen que separarse de sus padres.
El objeto transicional, no se impondrá, sino que será el niño el que lo elegirá, y no necesariamente será el más bonito o el más nuevo, igual una simple mantita llena de lavadas, le sirva. Algo que ellos identificarán en él, será el olor, a lo que los bebes son especialmente sensibles.
No necesariamente el bebé tendrá un objeto transicional, cada caso es diferente y, por tanto, no todos necesitan esa “protección” adicional. Cualquiera de los casos, bien que adopte un objeto, como que no lo haga, serán actitudes totalmente normales en un bebé.
Hay que decir también, que en ocasiones el objeto transicional puede ser la propia madre o el padre. O también es posible, que el bebé lo que tenga es una conducta transicional. Una muy típica, es la conducta de chuparse e dedo, o tocarse el pelo… dos acciones que pueden calmar al bebé.
Imagen: Laura Fernanda Melo